martes, agosto 14, 2007

Los hechos de Pizarro frente al victimismo nacionalista

14-VIII-2007
Los hechos de Pizarro frente al victimismo nacionalista
Alguien que aún se atreve a decir la verdad y lo hace con elocuencia, bien pertrechado de datos, como Manuel Pizarro, resulta una presencia insoportable para el régimen que han construido los nacionalistas.

La sesión celebrada este lunes en el Parlamento de Cataluña ha contribuido decisivamente a clarificar lo ocurrido durante la semana negra del apagón de Barcelona, inicio, a su vez, de un nuevo mes negro en los servicios públicos básicos de esta región española. Al caos de las infraestructuras, le ha correspondido el corolario de un gallinero de gobernantes incompetentes e irresponsables, aplicados en hundir la calidad de vida de los contribuyentes con tanta devoción como la que ponen en librarse de la responsabilidad del indiscutible éxito con que coronan esa empresa.
Así que resulta particularmente valioso para los que aún identifican en política probidad y verdad el hecho de que, por primera vez desde el comienzo de la crisis, se hayan escuchado argumentos técnicos, juicios basados en hechos fehacientes, conclusiones fundadas en evidencias, y no la caterva de quejas pueriles, excusas delirantes y reproches falsarios que los ministros de Industria y Fomento, por un lado, y el Gobierno de José Montilla, por otro, vienen vertiendo, a modo de nubes de tinta, para escaquearse de su contrastada responsabilidad por el colapso tercermundista de prestaciones esenciales de la vida real de los catalanes.
La comparecencia del presidente de Endesa ante la Diputación Permanente del Parlament no ha podido ser más útil para quienes, de entre los casi 350.000 barceloneses que padecieron el apagón, deseen conocer por qué estuvieron casi una semana sin energía eléctrica en una gran urbe y en pleno siglo XXI. No sólo a ellos les servirá, sino también a todo el que esté interesado en comprobar la fragilidad de la tramoya de mentiras oficiales en las que se sostiene el poder consorciado de socialistas y nacionalistas, hoy gobernante en España.
Manuel Pizarro ha refutado con hechos que no tienen vuelta de hoja y conclusiones racionales y diáfanas que no dan pie al manoseo abusivo del lenguaje político la propaganda facilona del nacionalismo, que desde el principio de la crisis ha intentado presentar a la primera eléctrica española como otro agente más de la conspiración contra Cataluña. Sin el espectro de esa conjura, permanentemente invocado, el nacionalismo, al fin y al cabo una ideología reaccionaria, no sobreviviría en ninguna parte del mundo ni un segundo.
Endesa, ha dicho Manuel Pizarro, "no está en Cataluña, es parte de Cataluña", una verdad provocadora para los nacionalistas, que sólo se ofenden con la verdad, y ésta es de las buenas: Endesa invierte en Cataluña más que cualquier otra empresa española en cualquier otra región del país; 5.229 millones de euros destinados por la compañía a Cataluña entre 2002 y 2006; 538 euros por cliente invertidos en Cataluña, frente a 487 euros en el resto de España... Hechos como éstos trituran la falsedad de presentar a Endesa como una empresa depredadora y extranjera, esencia del triste argumentario del Gobierno de Montilla, seguido con obsecuencia por el ministro de Industria del Gobierno de Rodríguez Zapatero, que creyó encontrar también en Endesa un manso chivo expiatorio al que, de paso, endosar la factura del fracaso de la OPA política de Gas Natural.
Los políticos que hoy gobiernan Cataluña y España no pueden permitirse la verdad. Han levantado su edificio de poder sobre los cimientos de la mentira y cualquier verdad, por pequeña que sea, arranca de cuajo sus pilares. Han mentido en todo –ETA, la Historia, la educación, las OPAs...– y, por eso, alguien que aún se atreve a decir la verdad y lo hace con elocuencia, bien pertrechado de datos, como Manuel Pizarro, resulta una presencia insoportable para el régimen que han construido.
Por eso ya han dado carpetazo al expediente del apagón antes de la comparecencia del presidente de Endesa. Por eso confirmarán la responsabilidad de la compañía, basándose en demagogia a granel y conclusiones chafarderas.
Otro cantar es el colapso ferroviario, del que la ministra tendrá que responder este martes en el Congreso y para el que el Gobierno ha tirado del culpable de oficio, el mismo de siempre: los gobiernos del PP. Está por ver si sus propios socios le comprarán esta vez la mercancía.

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