viernes, agosto 17, 2007

Lorenzo Contreras, ZP profetiza su victoria

viernes 17 de agosto de 2007
ZP profetiza su victoria Lorenzo Contreras

En su reciente escapada desde Doñana a Jerez, mientras en el congreso de los Diputados su ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, rechazaba la idea de presentar la dimisión “para no esconderse de los problemas”, que era precisamente lo que había estado haciendo cuando la crisis de infraestructuras azotaba a Barcelona, el presidente Zapatero ha aconsejado a Mariano Rajoy que vaya preparándose para intentar ganar las elecciones generales de 2012. Es una frase reveladora. ZP cuenta con ganar en marzo de 2008 pese a los tropiezos que se le han acumulado durante la primera legislatura de su mandato.
Este optimismo zapateril, que en realidad es expresión de su triunfalismo vigente, puede ser algo más que una minusvaloración del adversario. Si sospechamos, por ejemplo, que cuenta con que ETA no le estropeará los planes, acaso estemos en lo cierto. La banda sigue golpeando con ese terrorismo de segundo grado que permite a Zapatero presumir todavía de que no ha pasado al primer grado, el de los asesinatos y secuestros, porque su Gobierno es lo bastante eficaz como para contener los excesos extremos del terrorismo etarra.
Entretanto, la policía y en general las fuerzas de seguridad del Estado mantienen un considerable nivel represivo, ilustrando así, de manera impecable, la retórica oficial dirigida a demostrar que no se pagaron precios políticos en las negociaciones —que no sólo diálogos— con los dirigentes de ETA. Los activistas siguen cayendo en las redes de la policía, sus arsenales —no todos, ni mucho menos— siguen siendo desmantelados, y la creencia de que la reelección de Zapatero, y de sus listas, es cosa hecha, funciona como pre-propaganda de campaña o, si se prefiere, como propaganda de precampaña.
Pero, ¿qué ocurrirá si estas premisas preventivas se van al garete? Sería difícil entonces, si el terrorismo vuelve con su antigua intensidad, o algo suficientemente aproximado, que Zapatero estuviese en condiciones de afrontar el reto de las urnas con la seguridad triunfalista que ahora aplica a sus expectativas.
Pero la cuestión es que lo hace, que los activistas etarras caen prisioneros en proporción posiblemente calculada, que Otegui sigue en la cárcel de momento, y que, curiosamente, ETA no ha vuelto a lanzar las explosivas advertencias de anteriores comunicados. Precisamente este temporal silencio podría interpretarse como la calma que precede a las tormentas. Hay razones para pensar que la banda, por una parte, mantiene en “baja intensidad” el suficiente activismo para que su presencia se note, y por otra elude cavarle a Zapatero la posible tumba política que supondría su derrota electoral en marzo próximo. A ella no le conviene.
El otro frente de peligrosidad para Zapatero está lejos de nuestras fronteras, allá en Afganistán y Líbano, donde cualquier grave “contratiempo”, con bajas por medio, es siempre posible e incluso probable. Ahora bien, ZP es un personaje con “baraka”, aunque se trate en el caso vasco de una fortuna más o menos negociada a cambio de lo que eventualmente pueda venir después de marzo de 2008. Parece legítimo considerar extraño que no se haya producido algo tan fácil para ETA como aplicar el tiro en la nuca a más de un personaje público, y más ahora que tanta efervescencia ha desatado en las calles vascas y navarras. Ese tipo de acciones aisladas, y tremendamente perturbadoras según de quién se trate, no necesita acumulación de arsenales. Un sicario es siempre un sicario, y más si se encuentra suficientemente motivado por la sacrosanta causa de la independencia de Euskadi.
El caso es que ETA sigue sin matar —al menos hasta el momento de escribir estas líneas— y que Zapatero prepara su otoño caliente con la imperturbabilidad que le caracteriza y tal vez el optimismo que, curiosamente, Felipe González le ha reprochado en estos últimos días.

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