miércoles, agosto 01, 2007

Lorenzo Contreras, Delicado fin de temporada politica

miercoles 1 de agosto de 2007
Delicado fin de temporada política Lorenzo Contreras

La falta de explicaciones oficiales sobre los acuerdos de Loyola, tomados con presencia de representantes socialistas y, por tanto, con afectación política para el Gobierno, ha causado en determinadas “alturas” cierta conmoción. El llamado “apagón informativo” sobre el futuro vasco huele a fraude y habría suscitado actividades de consulta institucional. La cúpula militar se ha reunido en pleno con el presidente del Gobierno para abordar asuntos de la defensa. Esta vaga referencia hace aparecer tal reunión como una especie de rutina de fin de temporada. Pero a más de algún sector suspicaz le parece extraño que una reunión de tanto voltaje se haya producido en vacaciones parlamentarias y además en vísperas de un receso práctico del trabajo político ordinario. ¿Han tratado los militares con Zapatero algún asunto relacionado con las conversaciones de Loyola, por ejemplo la idea o proyecto de una eurorregión, comprometiendo además en ello el porvenir de Navarra? Téngase en cuenta que anda por medio la negociación práctica con ETA, bajo la tapadera de Batasuna, y con el tema de la autodeterminación sobre la mesa.
Ya se sabe que esas conversaciones de Loyola se dan por fracasadas, sin que oficialmente haya trascendido ninguna puntualización ni objeción sobre un temario que afecta a la Constitución. Los militares —su cúpula— no podrían permanecer indiferentes, aunque la mentalidad castrense no sea ya la antigua, y la propia institución se sienta desmotivada y propensa a convertirse, al modo francés, en la grande muette (la gran muda). De todos modos ahí está y permanece el artículo octavo de la Constitución, que encomienda a las Fuerzas Armadas la garantía de la soberanía de España y la defensa de su integridad territorial y del ordenamiento constitucional. Probablemente papel mojado por muchos principios constitucionales que se invoquen. Ha intrigado, no obstante, en algunos ambientes políticos que, ya casi en plenas vacaciones, se celebre una alta reunión sobre cuestiones de la Defensa. Tal vez se trate de una despedida de “fin de curso” y sólo de eso.
El diario Deia, portavoz del PNV a estos efectos, ha suplido el apagón informativo de los círculos oficiales y ha hecho saber que el Partido Socialista de Euskadi (una mera extensión del PSOE) se levantó de la mesa de los diálogos “ante las elevadas exigencias de Batasuna (mera extensión de ETA) sobre Navarra”. La llamada izquierda abertzale quería un nuevo y único Estatuto en el plazo de dos años, y además la anulación, puramente de voluntad vasco–nacionalista–independentista, de los posibles vetos que el Parlamento central (Congreso de los Diputados) pudiera plantear. Dice Deia que el PNV secundó el plante socialista ante una fórmula que no podían aceptar “ni como demócratas ni como abertzales”.
Mientras tanto, el PP ha interpuesto recurso de inconstitucionalidad contra la prórroga del mandato de María Emilia Casas como presidenta del Tribunal Constitucional. Una prórroga que garantizaría, si fuera preciso, la intangibilidad del nuevo Estatuto de Cataluña, que en la práctica equivale a una Constitución aparte para la citada Comunidad Autónoma.
El mandato del titular del TC tiene, según la propia Ley del Alto Tribunal, una duración de tres años, que ahora se cumplen y que el Gobierno, por razones más que presumibles a la hora de calcular los resultados de delicadas votaciones venideras, pretende ampliar. Entre esas votaciones figura, por exigencias de calendario, la aprobación definitiva del Estatuto catalán. Y María Emilia Casas, que fue elegida presidenta contra el pronóstico que favorecería a Vicente Conde Martín de Hijas, ostenta ahora el voto decisivo. Es de reconocido prestigio y, por supuesto, de talante progresista. Todo ello muy bien previsto.

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