jueves, agosto 02, 2007

Lorenzo Contreras, Adios Navarra, adios

viernes 3 de agosto de 2007
Adiós Navarra, adiós Lorenzo Contreras

El último paso político dado por el PSN (Partido Socialista de Navarra) ha sido, contra lo que parecía tener establecido en su agenda de predeterminaciones, aliarse con Nafarroa Bai y con la Izquierda Unida Navarra para formar Gobierno en la Comunidad Foral. El actual líder real del PSN, con el secretario general Carlos Chivite prácticamente marginado por decisión de Zapatero, es, como se sabe, Fernando Puras, un personaje capaz de decir hoy negro y mañana blanco, o viceversa. La cuestión es que UPN, el partido más votado, pierde su opción de poder ante las conveniencias de sus adversarios políticos, de manera que la suma de los votos ajenos, tras la última pirueta de Puras, sitúan a Navarra en la frontera del anexionismo nacionalista vasco, que es, en definitiva, a lo que tiende esta “Nafarroa” de Zabaleta, Uxue Barkos y compañía.
El PSOE, desde Ferraz, quiere dar a entender que es ajeno a la maniobra de Puras y que su última palabra no está pronunciada. De este modo lanza un guiño a la opinión pública española cuando se acerca el momento de las elecciones generales, en marzo, si es que Zapatero no las adelanta. Es lógico pensar que al PSOE le inquieta una quiebra de su popularidad, porque la garantía de la clientela que administra el voto en las urnas no es fija. Navarra es demasiado precio para jugar con su futuro, al tiempo que se profundiza la brecha de la unidad de España.
Ya veremos por qué registro sale Zapatero, que no es precisamente un personaje que inspire confianza entre la mayoría de los navarros. Uno de ellos, Carlos García Adanero, que ha sido portavoz de Unión del Pueblo Navarro (UPN) en el Parlamento foral, declaraba en marzo que “Navarra le importa bastante poco a Zapatero”. García Adanero argumentaba que el presidente del Gobierno “está dispuesto a dar Navarra porque desconoce absolutamente lo que es” y, por otra parte, siempre según el antiguo portavoz parlamentario de UPN, “el PSN no tiene la fuerza suficiente para decirle a José Luis Rodríguez Zapatero que con Navarra no se juega”. Y añadía que “la dirección del PSN no dice nada porque está elegida a dedo por Ferraz”.
Desde la prensa abertzale han recordado que Pepiño Blanco, número dos del PSOE, respondió desde Madrid que “UPN debería hacer mucha penitencia si quería pactar con el PSN”. Desde luego, a la vista de los hechos, va quedando claro que esa penitencia no ha debido producirse a los ojos de los socialistas navarros.
El aval del PSOE a la alianza con Nafarroa Bai y con IUN tiene ya todo el aspecto de cuestión cerrada. Por mucho que Zapatero guarde prevención ante el mal efecto electoral de ese entendimiento del PSN con los filosoberanistas, lo normal es pensar que el precio de sus futuras posiciones políticas está ya concertado. Finge que determinadas decisiones del mundo socialista representan un sacrificio asumido por él mismo en aras de intereses superiores y en beneficio de la gobernabilidad del Estado de las Autonomías. Además le resulta, a él y a su entorno, bastante cómodo presumir de que el PSN goza de autonomía para articular el cambio en Navarra, basándose además en que el llamado “decálogo” de Miguel Sanz para aceptar gobernar en minoría, dejaría a los socialistas sin capacidad de maniobra y “a los pies de los caballos”, según fuentes del partido.
En resumidas cuentas, Zapatero tiene ya escrito un nuevo, y en este caso muy especial, capítulo de su autoritarismo, con un resultado bastante aproximado a lo que Alfonso Guerra aventuró hace años, pensando seguramente en otras derivaciones de la política nacional: “A España no va a conocerla ni la madre que la parió”. Guerra acertó sin saber exactamente lo que pronosticaba.

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