miércoles, agosto 29, 2007

Las salidas nocturnas de ZP ponen en jaque a sus guardeespaldas

GARGANTA PROFUNDA

Las salidas nocturnas de Zapatero ponen en jaque a sus guardaespaldas
Elsemanaldigital.com

También los presidentes tienen que tener intimidad. A ZP le gusta el relax de la vieja casa de Franco. Y a ella escapa con su inseparable compañera Sonsoles Espinosa a la luz de la luna.

29 de agosto de 2007. Existe expectación -incluso se han cruzado algunas apuestas- en el servicio de escoltas de La Moncloa por saber si el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, repetirá en los meses que quedan de legislatura algunas de sus salidas nocturnas. Desde su llegada al palacio presidencial, al jefe del Ejecutivo le ha venido dando, de tarde en tarde, aunque sin previo aviso, por abandonar La Moncloa una vez entrada la noche y dirigirse con su esposa, Sonsoles Espinosa, a los jardines del Palacio de El Pardo.El presidente del Gobierno no le ha dado nunca importancia a sus escapadas, a pesar de trastocar los horarios de su comitiva en general y de los guardias civiles en particular que vigilan el antaño pabellón real de caza y hoy día residencia de visitantes ilustres. Y es que, según relatan a Garganta Profunda, el matrimonio Zapatero "se ha dejado caer en varias ocasiones por El Pardo" con otras parejas de amigos como la del ex secretario general de las Juventudes Socialistas y hoy presidente de Mercasa, Javier de Paz.Evidentemente, los agentes de la benemérita les abren cortésmente las puertas de los jardines sembrados de estatuas que ascienden desde el nivel de un arroyo que atraviesa la finca, en el que se situaban las huertas, hacia la parte alta en que se halla el palacio. Pocos saben de qué va la fiesta a lo largo de esos paseos protagonizados por la pareja presidencial con sus amistades, pero parece que Zapatero se ha llegado a encariñar del lugar. No en vano, el peregrinaje -aunque sea ocasional- desde La Moncloa a aquellos lares se ha convertido en vital para el presidente del Gobierno.Si tiene que ser así, que así sea. Y menos mal que tras la muerte de Francisco Franco, quien lo utilizó como residencia oficial, y con la llegada de la Democracia, El Pardo se fue desvinculando de su pasada significación política, y ahora es posible contemplarlo en su valor arquitectónico, porque, de lo contrario, a Zapatero el recuerdo de su abuelo fusilado en la Guerra Civil le haría insoportable la excursión.

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