miércoles, agosto 22, 2007

Ladron de Guevara, Estado de excepcion

jueves 23 de agosto de 2007
Estado de excepción
Ernesto Ladrón de Guevara
E L pasado sábado siete concejales del PP fueron evacuados del acto de inicio de las fiestas de Bilbao en un furgón de un circo instalado en el ferial festivo. Evidentemente el motivo fue el habitual: una pléyade de “demócratas” adversos al pluralismo político deseosos de tener a su alcance a los seguidores de Mariano Rajoy podían tomar a éstos como diana de sus agresiones. Esos mismos que en sus manifestaciones reivindican “Democracia para Euskal Herria” se pasan las normas de urbanidad y de respeto por la entrepierna. Si para ser concejal de Bilbao, de San Sebastián o de Vitoria, sin ser nacionalista a lo Mao o a lo Pol-Pot hay que vestirse de payaso y pasar desapercibido hay que preguntarse muy seriamente qué sentido tiene la política en el País Vasco. Más valdría en esta coyuntura, que ya es una pandemia sin visos de solución, objetar las elecciones municipales y denunciar de forma rotunda y contundente la falta de democracia existente en el País Vasco, y, en consecuencia, hacer lo mismo que los adversarios de Chávez en Venezuela. Si ha de haber una tiranía al menos que ésta sea explícita. No hay nada peor que una deficiencia de garantías democráticas bajo una apariencia falsa. ¿Podrían alguien imaginar que para ejercer funciones políticas representativas en Francia, Alemania, Reino Unido o Italia los electos tuvieran que camuflarse en un vehículo de reparto de refrescos o en un camión de frutas y verduras al efecto de no ser apaleados por unos desalmados totalitarios? Todo el mundo pensaría que el país correspondiente se encontraba en una situación excepcional necesitado de soluciones igualmente extraordinarias, y la opinión internacional entendería que se anularan los procesos políticos hasta recuperar la normalidad. Incluso, se justificaría la suspensión de las garantías constitucionales hasta recuperar el rumbo político y una convivencia mínima. Sin un punto de partida básico de respeto mutuo y de derechos humanos protegidos no puede hablarse de legitimidad democrática. Pues en España eso no sucede. ¿Por qué? Pienso que se debe a una clase política que no está a la altura de las necesidades del País, pues si hubieran verdaderos líderes políticos con determinación para hacer frente a los males que aquejan desde hace décadas a la Nación ya se hubieran tomado medidas más allá del aislamiento que supuso para los amigos del terror el Pacto por las libertades y contra el terrorismo. Los déficits graves de calidad democrática en Vascongadas hace tiempo llevan enquistados y duermen en el limbo, con provecho de los que sacan beneficio de la anarquía asumida que reina en el solar de esa querida tierra de España. Y también hay miedo a poner el dedo en la llaga sin que nadie señale a quien teniendo como responsabilidad la moderación del Estado desde su alta magistratura no hace nada para obligar a los gobernantes a ejercer su función en servicio del interés general que no es otro que el de todos.

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