miércoles, agosto 29, 2007

La serpiente de verano, ¡el himno gallego!, "hit parade" de guarderia

La serpiente del verano: ¡el himno gallego, "hit parade" de guardería!
Luis Miguez Macho

El himno gallego no tiene nada de ofensivo, pero enseñarlo en las guarderías desde los tres meses es un nuevo despropósito nacionalista

29 de agosto de 2007. En el viejo lenguaje periodístico, una serpiente de verano es una falsa noticia o pseudo-noticia que arrastra su espúrea barriga por la actualidad carente de novedades del mes de agosto. En Galicia, como por fortuna y gracias al cambio climático al revés que estamos sufriendo, este año no hemos tenido incendios forestales (ni otras catástrofes dignas de mención, que suelen ser la causa por la cual salimos en los medios de comunicación nacionales), nos hemos dado el gusto de resucitar la especie del ofidio veraniego.Lo que dice el himno gallegoEn realidad, la cosa ha venido de Madrid, pero aquí nos hemos ocupado de alimentarla. En el diario El Mundo (que en Galicia se vende "conjunta e inseparablemente" por un solo euro con el periódico de Santiago El Correo Gallego) salió hace un par de semanas un artículo de denuncia, trufado con alguna inexactitud, contra el himno gallego, el poema "Os pinos" del autor decimonónico Eduardo Pondal, con música de Pascual Veiga.Es comprensible que para la mentalidad actual algunas actitudes y versos que ha dejado escrito el "bardo" Pondal susciten rechazo. No me voy a extender en ello, porque quiero centrarme en el asunto del himno, pero, por ejemplo, Pondal padecía de cierta manía, bastante común en aquella época del romanticismo tardío, acerca de las razas humanas, que llevaba a algunas personas a hacer taxonomías fantásticas de sus conciudadanos, atribuyéndoles ésta o aquélla pertenencia racial según la forma y el tamaño de su cabeza y similares.Como digo, nada del otro mundo a finales del siglo XIX y principios del XX. El caso es que el himno gallego tiene una primera estrofa, que es la única que normalmente se canta (porque tampoco vamos a quedarnos en pie y firmes cantando hasta desgañitarnos), y de la que parece imposible, por quisquilloso y susceptible que uno sea, extraer algún motivo de ofensa o rechazo.En ella, el autor se pregunta qué es lo que susurran los pinos que, en su época, poblaban la costa gallega de la que era natural (hoy serían más bien los eucaliptos, para irritación de los nacionalistas y los ecologistas, que los odian con ardor xenófobo por ser foráneos, igual, por lo demás, que a los propios pinos). La respuesta en esta primera estrofa es una exhortación a Galicia para que no olvide "de la injuria el rudo encono" y espabile.Ah, pero el himno tiene una segunda estrofa donde los murmullos de los pinos suben de tono para decir que sólo los "imbéciles y oscuros" no les entienden y acaban llamando a Galicia "nación de Breogán" (el tal Breogán es un supuesto personaje mitológico celta del que, desde luego, no hay rastro alguno en la verdadera tradición gallega: es la "tradición inventada" de la que hablaba Hosbawn).Una polémica artificial por un himno nada ofensivoLes voy a confesar un secreto. A los nacionalistas modernos del Bloque el himno de Pondal nunca les ha gustado mucho, precisamente porque en él hablan en nombre de Galicia los pinos y no los carballos u otros árboles autóctonos con mejor pedigrí, y también porque no es lo bastante ofensivo. Lo que lo redime a sus ojos es esa segunda estrofa, pero el problema radica en que, como he dicho, casi nadie se la sabe y casi nunca se canta.Y ahora, la serpiente de verano: el artículo de El Mundo, que ni pone bien el nombre de Eduardo Pondal y se centra en lo de "imbéciles y oscuros" para sacar punta a un poema al que es bien difícil sacársela, provoca que el mundo de la cultura gallega subvencionada ponga el grito en el cielo y es aprovechado por el hiperactivo vicepresidente de la Xunta, el nacionalista Anxo Quintana, para proponer que el himno gallego se enseñe desde los tres meses en las galego-escolas, unas guarderías dependientes de su departamento en las que la educación se impartirá íntegramente en gallego.En definitiva, el himno gallego acaba así convertido en hit parade de guardería, al lado de "Conejo Pepito" y "Pipón es un muñeco". Para mí, lo mejor de la polémica ha sido la ingeniosa respuesta del líder de los populares gallegos, Alberto Núñez Feijoo: que los niños a los tres meses lo que tienen que aprender es a tomarse el biberón y a eructar bien después. Ante lo cual, como cabía esperar, Quintana sólo ha sido capaz de soltar la facilona ocurrencia de que Núñez Feijoo equipara el himno gallego a un eructo.Por supuesto, el himno gallego no es un eructo, sino un símbolo que debería unirnos a todos los gallegos. Pero si los nacionalistas (18% de los votos en Galicia, no se olvide) se lo quieren apropiar para llamarnos "imbéciles y oscuros" a los que no pensamos como ellos y para tirarnos a la cabeza la delirante "nación de Breogán", entonces en las escuelas lo van a memorizar sus hijos y los demás diremos "yo no", que es la suprema y última expresión del imprescriptible derecho de resistencia frente a la opresión y la tiranía.Una última reflexión. La doble vara de medir que se aplica en la política española aparece también en este caso: los nacionalistas no respetan la bandera nacional (Quintana hace poco ordenaba que se retirase de los lugares donde iba a intervenir), y por no respetar, no respetan ni el nombre oficial de Galicia, a la que se empeñan en llamar "Galiza", pero todos tenemos que guardar la máxima reverencia por los símbolos que a ellos les gustan, como la segunda estrofa del himno gallego. ¿Hasta cuándo seguiremos soportando este abuso?

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