lunes, agosto 27, 2007

La globalizacion de las pandemias

lunes 27 de agosto de 2007
La globalización de las pandemias
EL informe anual de la Organización Mundial de la Salud, publicado hace unos días, ofrece algunos datos que merecen una seria reflexión, en especial su llamada de alerta sobre el peligro de una pandemia a escala universal. Se trata, sin duda, de una de las consecuencias más temibles de la globalización, proceso definido por la extensión de las redes de comunicación, pero también por la continua movilidad de personas, animales vivos o productos alimenticios, fenómeno que genera riesgos hasta ahora desconocidos. Mientras los estados se ponen en guardia -con buenos motivos- contra la expansión del terrorismo a través de límites y controles a la libre circulación de personas, queda mucho por hacer respecto de protocolos de actuación en casos de naturaleza sanitaria.
El problema de la gripe aviar, que para la OMS dista mucho de estar solucionado, representa una buena prueba del alcance trasnacional de unos problemas que sólo pueden ser encauzados mediante valientes acuerdos entre los estados y en los cuales Naciones Unidas -a cuyo ámbito pertenece la propia Organización Mundial de la Salud- debe jugar un papel determinante. Hoy mismo, ABC informa del surgimiento de nuevos brotes de la gripe aviar en Alemania, donde han tenido que ser sacrificadas 160.000 aves, y no es descartable que esta epidemia, que en los últimos cuatro años se ha cobrado la vida de casi doscientas personas en todo el mundo, se reproduzca en otros países europeos. Es llamativo que enfermedades como el cólera y otras que se creían erradicadas estén reapareciendo con fuerza en algunas regiones del mundo. Las migraciones sin control o los contagios por falta de higiene adecuada son factores que pueden contribuir a agravar un problema ante el cual la opinión pública parece todavía poco sensible. Como aseguraban los responsables de la OMS en su informe anual, que se produzca una pandemia mundial sólo es cuestión de tiempo.
Vivimos en la llamada «sociedad del riesgo». Es evidente que no todas las circunstancias de peligro potencial pueden ser controladas, pero si no se toman medidas preventivas sobre las causas será inútil después lamentarse de las consecuencias. Por su posición geográfica y su singular contexto social, marcado por las constantes oleadas migratorias que recibe desde finales del siglo pasado, España es un país particularmente vulnerable a esta amenaza. He aquí una función apropiada para los responsables del Ministerio de Sanidad y Consumo, departamento que, una vez transferidas las competencias ejecutivas a las comunidades autónomas, no consigue encontrar el puesto que le corresponde. También la Unión Europea debe atender de forma prioritaria al peligro que representan estas pandemias a escala global.
La importación de ciertos productos agrícolas o de origen animal debe someterse a un control riguroso, mientras que el acceso de personas pertenecientes a grupos de riesgo tiene que ser objeto de un serio análisis, sin que ello suponga menoscabo alguno para los Derechos Humanos. Sobre todo, es imprescindible tener muy claro qué hay que hacer cuando se plantea la contingencia, evitando la improvisación de medidas inútiles o la transmisión de una falsa sensación de tranquilidad a la opinión pública. Los ciudadanos prefieren ser informados con rigor antes que ser tratados como menores de edad. Por eso es importante difundir el informe de la OMS, sin crear falsas alarmas, pero explicando los peligros para la salud que entraña el mundo contemporáneo y las medidas razonables para su control, un control que, como el riesgo a combatir, ha de abordarse a escala planetaria. La globalización de las amenazas exige medidas de choque que implican la superación de unas fronteras que resultan inútiles para detenerlas.

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