lunes, agosto 20, 2007

Juan Velarde Fuertes, Iberoamerica: ¿Un futuro claro?

lunes 20 de agosto de 2007
Iberoamérica: ¿un futuro claro?

JUAN VELARDE FUENTES
Según recientes estimaciones de la OCDE, en el conjunto de sus treinta miembros, la corriente de inversiones directas situadas fuera de las fronteras nacionales (IED) -al consolidar las cifras para la década 1997-2006- suma la alta cantidad de 8 billones de dólares. De ellos, nada menos que 420.800 millones corresponden a España que, por eso, ocupa el séptimo puesto en este sentido entre los miembros de la OCDE. En el valioso trabajo de Alfredo Arahuetes y Aurora García Domonte, «¿Qué ha sucedido con la Inversión Extranjera Directa (IED) de las empresas españolas en América Latina tras el noventa y la incertidumbre de los primeros años 2000?» (Documento de trabajo nº 35/2007, 21 julio, Real Instituto Elcano), se observa que nuestras inversiones en el exterior se acaban orientando de modo cambiante.
En la primera etapa, de 1993 a 2000, hacia Iberoamérica iba alrededor de un 61%; hacia la UE-15, un 23% y hacia EE.UU. y Canadá, un 9%; el resto marchaba hacia otros lugares. En cambio, en el periodo 2001-2006, hacia la UE-15 se va un 67%; hacia Iberoamérica, un 16%; hacia Estados Unidos y Canadá, un 6%, y el resto hacia otros países. El giro ha sido radical, y no puede dejar de añadirse que parece significativo.
¿Por qué se produjo ese cambio? Deben anotarse varias causas. La inicial, los altos niveles de inseguridad y violencia. En «Le Monde» de 1 de junio de 2007, Jean-Michel Caroit señala, en el artículo «Record de violences aux Caraïbe», que Caroline Anstey, en un estudio del Banco Mundial, indica que si la República Dominicana redujese su tasa de criminalidad a la de Costa Rica, su renta por habitante crecería un 1,5%. En el mismo país, el escándalo de Baninter en 2003, según esta investigadora, hundió en la pobreza al 16% de la población.
En segundo lugar, por el populismo. Véase la reacción de los inversores en Venezuela, incluso con un panorama general muy positivo, en el artículo de Geri Smith, «A love-hate relationship with Chavez», en «Business Week» de 25 de junio de 2007. Las buenas instituciones son las que, como sostiene el Premio Nobel de Economía North, crean desarrollo, pero del desarrollo momentáneo, como sucedió en Argentina hace sesenta años, o en Venezuela ahora, no surgen automáticamente buenas instituciones, que son las que hacen posible el progreso económico.
¿Y qué decir, tercera cuestión, del mantenimiento de tremendas desigualdades de ingresos hasta constituir una realidad explosiva? Muy poco se habla de reformas fiscales en casi todos. Y, cuarto problema, ¿qué puede suceder en Brasil y en México con una desaceleración norteamericana? ¿Y en Perú si eso surge en China? Todos son riesgos bastante probables. Lo señalado, aun más que a España, debería preocupar a Iberoamérica. Pero en bastantes países al menos, no lo parece.

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