miércoles, agosto 22, 2007

Juan Urrutia, Pederastia

jueves 23 de agosto de 2007
Pederastia
Juan Urrutia
A NTES de que comiencen este artículo quiero avisarles de que tanto el tema como algunas expresiones bastante crudas podrían herir su sensibilidad. Sarkozy ha comenzado su mandato entre polémicas varias. La más reciente se refiere a su proposición de aplicar la llamada castración química a las personas –si es que lo son- culpables de delitos sexuales contra menores o pederastia. Aunque a nadie le caen simpáticos este tipo de criminales siempre habrá quien, con total legitimidad, opine que muchos son enfermos necesitados de tratamiento en lugar de castigo. No discreparé de esta idea, pero cuando se pone en una balanza el bienestar de un niño junto con el de una persona, aún enferma, capaz de dañarlo, en mi humilde opinión gana el primero. Toby puede ser el mejor perro del mundo pero si contrae la rabia deberá ser sacrificado para que no lastime a nadie. En este caso el reo sólo sacrificaría su libido. Por otra parte, la mayoría de los pederastas son personas adultas con una vida normal, en apariencia, y que esconden su actividad sexual. Por tanto saben que aquello que les excita es pernicioso. Son conscientes de que para que ellos puedan “distraerse” con diverso material audiovisual o fotográfico, niños, en ocasiones muy pequeños, han de sufrir abusos que les marcarán para el resto de sus vidas. Por lo tanto la palabra adecuada para describir a la mayor parte de estos individuos sería inapropiada para incluirla en un artículo por lo burda y malsonante. Otro punto a tener en cuenta es si la administración de una sustancia que bloquee la capacidad de la persona para excitarse sexualmente sería efectiva en estos casos. Esta medida, aplicada a los violadores, podría ser ineficaz e incluso peligrosa, pues el componente psicopático de muchos de ellos les lleva a cometer sus ataques por el placer de sentirse poderosos y de ser incapaces de mantener una erección pueden realizar autenticas barbaridades propias de la más truculenta película de terror. Sin embargo cuando tratamos con sujetos culpables de pederastia al ser el placer, junto con una alteración del correcto desarrollo afectivo-sexual de la persona, el detonante de su comportamiento anómalo es posible que pudiera mostrar cierta efectividad. Sin duda debiera ser este el principal argumento para llevar a cabo la citada disposición, ya que su posible efecto disuasorio, como se ha comprobado en países como los EEUU, por ejemplo, sería escaso. Vivimos en una sociedad donde todo lo que se demanda, se vende. Da igual que hablemos de la vida de una persona o de la salud de un niño. Los avances contra estos deleznables crímenes son considerables, gracias a los expertos en informática de los cuerpos policiales, ya que gran parte de los videos y similares de contenido pedófilo se distribuyen por Internet. En España nos encontramos en pleno debate sobre si sería correcto o no endurecer las penas para estos canallas. Unos dicen que sí, otros que no y el Gobierno opina que hacerlo tal como se propone podría resultar inconstitucional... pues háganlo de otra forma, leches.

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