martes, agosto 07, 2007

Juan Carlos Girauta, Viviendo en mi casita de papel

miercoles 8 de agosto de 2007
Burbuja hipotecaria
Viviendo en mi casita de papel
Hace tiempo que los bancos abandonaron una tradicional prudencia: no conceder hipotecas cuyas cuotas de devolución se coman más de la tercera parte de los ingresos del cliente.
Juan Carlos Girauta

Preocupan algunos datos relacionados con la vivienda. Cada uno de ellos, aisladamente, tendría consecuencias, y no buenas. Cierto es que algunos factores a los que nos vamos a referir suelen presentarse de la mano. Pero aquí y ahora está saliendo a escena el elenco al completo.
Hace tiempo que los bancos abandonaron una tradicional prudencia: no conceder hipotecas cuyas cuotas de devolución se coman más de la tercera parte de los ingresos del cliente. Con una economía en crecimiento y una espectacular revalorización de los inmuebles que parecía no tener fin, todo invitaba a la barra libre. Primer factor engañoso, pues la mayor parte de los españoles, más dispuestos que nadie en Europa a convertirse en propietarios, se regocijaban con alzas sobre su propia vivienda, su única propiedad raíz, sin reparar en que, llegado el caso de realizar tanto beneficio, no sólo se iban a encontrar con el impuesto de plusvalías, sino que la nueva vivienda (en algún sitio hay que habitar), también estaba en el mercado, es decir, que la sustitución sería por un precio astronómico. Tanta revalorización para quien sólo posee la vivienda propia era, por tanto, un íntimo disfrute sin consecuencias prácticas.
Por otra parte, como el Euribor se sigue acercando peligrosamente al 5% (la última subida lo coloca en el 4’89), la cuota de la hipoteca empieza a ser prohibitiva para muchas familias, cuyos cálculos de hace dos, tres o cuatro años, basados en previsiones muy inferiores, ya rozaban la temeridad (la suya y la de los bancos).
En cuanto a lo que puede suceder con los hipotecados poco solventes y su efecto de arrastre sobre el sistema financiero cuando simplemente dejan de pagar, véase el caso estadounidense: acaba de quebrar American Home Mortgage, cuyas acciones cerraron el 2006 a 35 dólares, ayer valían 44 centavos y hoy no valen nada porque no pueden negociarse. La entidad, especializada en hipotecas de riesgo, deja deudas con cuarenta bancos, mientras que los inversores a través de bonos y otros instrumentos, en un círculo vicioso plenamente lógico, han cerrado el grifo.
Observadores de todo el mundo vienen avisando de un próximo pinchazo en la burbuja inmobiliaria española. De momento sólo se ha constatado una desaceleración del crecimiento de los precios, aunque lo cierto es que en algunas zonas de España los precios han bajado, que más de cuatro millones de viviendas se agolpan sin encontrar comprador, que las que lo encuentran pasan más tiempo en venta de lo que el sector ha conocido en la última década y que a todo este pastel sólo le falta un ingrediente para resultar imposible de digerir: un aumento del desempleo que, ojalá, no llegue.
Juan Carlos Girauta es uno de los autores del blog Heterodoxias.net

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