miércoles, agosto 22, 2007

Juan Bas, El dedo de la madurez

miercoles 22 de agosto de 2007
El dedo de la madurez
22.08.2007 -
JUAN BAS j.bas@diario-elcorreo.com

Considera Andreu Martín -acaba de reeditarse 'Prótesis', quizá su novela negra más salvaje; muy recomendable- que entre los deberes del padre en cuanto a la formación e información del hijo varón debería figurar uno muy concreto del que nadie te avisa, quizá por un mal entendido sentido de la misericordia.Junto con lo de que el papá, sirviéndose del rabito, coloca una semillita en el vientre de la mamá, a través de su huchita, y después viene al mundo un churumbel, y que si quieres disfrutar de la huchita sin que fructifique la semillita -decía Coluche que cuando estés deprimido recuerda que fuiste el espermatozoide más rápido- es conveniente que te forres el rabito de látex, en el programa educativo del vástago debería constar también lo siguiente:«Llegará un día, hijo, más o menos cuando cumplas cincuenta años, en que un señor con bata blanca se pondrá en una mano un ajustado guante, también de látex, con habilidad de policía de aduanas antinarcotráfico, y te meterá un dedito por donde haces cacas. No hay que agobiarse. Es que el señor estará comprobando qué tal tienes la próstata. ¿Qué es la próstata? Ya lo sabrás también a esa edad, cuando en medio de la noche te despierte siempre y tengas que levantarte a mear.»Pues sí. Uno va llegando -poco a poco- a una edad en la que al barquichuelo que es su cuerpo comienza a crujirle el maderamen o hay que procurar evitar que comience a hacerlo. Y con ese objetivo, distintos carpinteros de ribera evalúan la capacidad de navegación restante que presenta la veterana embarcación.Es la edad en la que a ese penetrante dedo de la madurez acompaña el que, sin deseos de convertirte en un metrosexual, te rasuran el pelo del pecho para que se fijen los electrodos que marcan si tu patata mantiene una cadencia de metrónomo o suelta de vez en cuando un gallo; es cuando antes de tirar de la bomba del váter observas el aspecto de tus deposiciones con la gravedad de un agorero de la antigüedad; cuando al recoger los resultados de un análisis de sangre esperas encontrarte con más cruces que en una vía romana tras la sublevación de Espartaco; y si te crece un bulto en otro lugar que donde esa inflación alegraba a alguna señora, ya piensas que te ha invadido el alien.Es una cuestión de mentalizarse y aceptar las reglas cambiantes de este juego que en un momento dado puede saltárselas todas: la vida. No olvidar que quien tiene miedo a morir lo tiene a vivir y proseguir la lucha cotidiana con el lema del guerrero como estandarte: que nada sea capaz de destruirte, aunque sepas que no es cierto. Confía en que en un recodo del camino aguarda todavía una sorpresa maravillosa que te mantendrá el cuerpo y el alma en estado de revista.

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