miércoles, agosto 01, 2007

Jose Melendez, Miscelanea veraniega

jueves 2 de agosto de 2007
Miscelánea veraniega
José Meléndez
A L fin han llegado los calores para salvar el honor profético de nuestro Servicio Meteorológico, que se ha pasado varios meses vaticinando un verano de calor infernal a causa del cambio climático, mientras casi tiritábamos y estábamos calados hasta los huesos en mayo, junio y parte de julio. El cambio climático es un tenebroso y real peligro que amenaza con la desertización del planeta, dejando al aire irrespirable la piel agrietada y reseca de una tierra sedienta, pero, desgraciadamente, luchar contra esta contingencia parece un empeño inútil porque esa lucha puede entorpecer la marcha pujante de la Revolución Industrial, que es la revolución mas perdurable de todas las que se conocen. Casi nadie hace caso de los acuerdos de Kioto y para el vulgo, Kioto es un punto extraño que no figura en las listas de los viajes organizados por los tour operadores. Por eso, el cambio climático tiene una especial atracción para los antisistema y para los oportunistas, como Al Gore, que se pasó unos años de aburrimiento como sombra invisible de Bill Clinton, sin asuntos que tratar ni becarias debajo de su mesa. El vicepresidente de Estados Unidos pinta menos que una mona en un entierro y ahora, Al Gore ha encontrado su oportunidad como adalid del cambio climático. Y en ese empeño se ha ganado por completo a José Luis Rodríguez Zapatero, siempre dispuesto a ponerse al lado de los perdedores. Zapatero ha tardado tres años en enterarse de que donde mejor están los terroristas es en la cárcel aunque, perseverante que es el hombre, siga intentando bajo cuerda recomponer el maltrecho “proceso de paz” con la inestimable ayuda de los socialistas vascos a cuyo frente está Patxi López, un hombre que por su tosca y chapucera forma de hacer las cosas parece que está haciendo oposiciones al ingreso en el Centro Nacional de Inteligencia. Son ya diez y siete los etarras detenidos desde que la banda terrorista dio por finalizada su tregua, y podrían ser diez y ocho si un tal Ander Múgica no hubiera mostrado sus habilidades para tirarse en marcha de los vehículos de tracción mecánica. Esto ha dado pie para que nuestro presidente no haya querido irse de vacaciones sin antes hacer otro de sus alardes de triunfalismo que realiza periódicamente para alimentar su ego y mantener el fervor de los que creen su discurso hueco e impostado. Según Zapatero, España va de maravilla. Baja el desempleo –no habla para nada de la cada vez más alta temporalidad de los puestos de trabajo y del gran impacto en las estadísticas de la incorporación de los inmigrantes al mercado laboral-, se muestra altamente satisfecho con su golpe de efecto de los 2.500 euros por hijo nacido, aunque a la hora de la verdad de convertir la promesa en ley se encuentren grandes dificultades en su dotación presupuestaria, su vigencia y sus normas de aplicación y vuelve a prometer una política de vivienda especialmente inclinada a ayudar a los jóvenes, que no se ha hecho en los últimos tres años y ahora quiere hacerse en ocho meses, olvidando que el gran error parte de la creación de un ministerio de Vivienda que está vacío de contenidos y competencias que han pasado a las autonomías y ayuntamientos. Cuando media España ve con gran preocupación que no puede llegar a fin de mes por la persistente subida de las hipotecas, el presidente acoge con alborozo la subida de los tipos de interés alegando que así se acostumbrarán las familias españolas a reducir su consumo y no pedir créditos, facilitando con ello el ahorro. Y tras soltar esta perla se va de vacaciones tan satisfecho. Quizá por los efectos del cambio climático, proclive a los sarpullidos febriles, se registra un rebrote del republicanismo de salón, sobre todo en los partidarios de implantar la memoria histórica para recordar las cosas según sus intereses. Un dirigente socialista ha seguido a Zapatero en su conocida admiración por la II República y ha llegado a añorar la figura de Manuel Azaña preguntándose adonde habría llegado el prócer republicano en los momentos actuales. Basta un somero repaso en la sucesión de hechos desde 1.931 a 1,936 para poder asegurar que lo único que habría logrado Azaña ahora que no logró en su tiempo – y que fue mucho- hubiera sido casarse con su secretario Rivas Cherif en vez de hacerlo con la hermana de este para salvar las apariencias. Cuando el éxodo vacacional alcanza también a la clase política –quizá la clase que mas puede entregarse al descanso estival sin preocuparse porque esos días de asueto les van a costar un ojo de la cara- dos tristes hechos han venido a entristecer el comienzo de la molicie: el voraz fuego que está asolando las Islas Canarias y el apagón que sumió a Barcelona en el caos. Ese megaapagón, que amenaza con provocar un cortocircuito en el titubeante discurrir del gobierno tripartito de la Generalitat, ha puesto de relieve el deficiente estado de la red eléctrica catalana, herida mortalmente por accidentes como el del barrio del Carmelo y por la falta de las necesarias estructuras para poder atender con garantías la creciente demanda energética de la autonomía. Pero el presidente de la Generalitat, José Montilla, -a quien a nadie se le ocurre ni en broma llamar “honorable” como lo hacían con Tarradellas y Pujol., e, incluso con Maragall- ha encontrado la fórmula ideal para evadir responsabilidades: le ha echado la culpa al PP por carambola en la persona de Pizarro, presidente de Endesa, nombrado cuando Aznar estaba en el poder. Posiblemente el CNI esté investigando ahora si el guarda forestal, asesino de árboles a sangre fría que ha provocado el pavoroso incendio canario, tiene alguna conexión con el partido que dirige Rajoy. Porque es ya endémico que en cuanto algo le sale mal al gobierno socialista, el coro de repetidores de la consigna del día, le cuelguen las culpas al PP, actual o pasado. El caso del espía Flórez es otro ejemplo de esta tendencia del PSOE, tan rentable para sus intereses a juzgar por los resultados de la reciente encuesta del CIS sobre intención de voto. La conferencia de prensa del director del CNI, Alberto Saiz –nombrado por el gobierno socialista sin el consenso que requiere un cargo tan comprometido- para informar de la detención del espía, significa un acto insólito que contraviene la ley del 2.000 pactada por el PSOE y el Partido Popular que pone a dicho organismo bajo la tutela de la Comisión de Secretos Oficiales del Parlamento. Dicha conferencia, que daba cuenta del polémico caso y apuntaba insidiosamente una pretendida responsabilidad del PP por haberse producido durante el mandato de José María Aznar, ha sido calificada por el presidente Zapatero como “ejemplo de transparencia”, a la vez que hacía que sus socios minoritarios que componen su mayoría parlamentaria, rechazasen la petición del PP de una comparecencia de Alberto Saiz ante la Comisión del Parlamento. El CNI no es una agencia privada de investigadores al servicio de los intereses partidistas del gobierno, es algo mucho más alto e importante, porque maneja los hilos que afectan a la seguridad nacional. Y si uno de sus miembros –como ocurrió con el tristemente célebre coronel Perote- delinque en un asunto tan delicado es el Parlamento el primero que ha de saberlo y valorarlo, aparte de la acción que le corresponda a los tribunales. Según todos los indicios, Roberto Flórez es un espía doble que vendió a Rusia información sensible de la estructura y los miembros del servicio de inteligencia español, siete de los cuales fueron asesinados en Irak. Por lo tanto, lo que le corresponde al director de este servicio es determinar el alcance del delito, averiguar hasta donde han llegado las informaciones que Flórez vendía a los rusos y para qué quería Rusia estas informaciones. Esto es una cuestión de Estado y por ello, es el Parlamento el que debe intervenir. Calificar de “transparente” la insólita conferencia de prensa de Saiz es una prueba mas de la forma que tiene Zapatero de entender los asuntos que tratan de la seguridad de la nación cuyos destinos dirige. Hasta el momento no ha habido por parte del gobierno la más mínima intención de reclamación a Rusia por su conducta. ¿Se imaginan lo que habría pasado si al tal Flórez se le ocurre vender sus informaciones a los norteamericanos?. Pues tienen ustedes todas las vacaciones estivales por delante para encontrar una respuesta. Por lo pronto, yo me apresto a comenzar las mías con un criterio bastante claro de lo que nos espera.

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