miércoles, agosto 29, 2007

Jose Luis Manzanares, El tablero politico de Alemania

miercoles 29 de agosto de 2007
El tablero político de Alemania José Luis Manzanares

La ajustada victoria de los partidos de la Unión —CDU y CSU— en las últimas elecciones alemanas llevó a la gran coalición de cristianodemócratas y socialdemócratas. Las negociaciones fueron difíciles, pero finalmente Angela Merkel accedió a la presidencia mientras que sus rivales asumieron la vicepresidencia y varios importantes ministerios. Desde entonces, y con los inevitables altibajos, la canciller ha consolidado su posición dentro y fuera de Alemania hasta convertirse en la figura más importante de la Unión Europea. Destaca su protagonismo en el logro de un nuevo texto constitucional, o similar, que sustituya al ya fracasado en los referendos de Francia y otros países.
El fortalecimiento de Angela Merkel ha ido acompañado de una continuada y creciente pérdida de apoyo popular al SPD. Los buenos resultados obtenidos en la economía y en la política internacional se apuntan en el haber de la Unión, a la vez que muchos seguidores del partido socialdemócrata lamentan el apoyo a determinadas decisiones poco acordes con sus principios, su historia y su programa electoral. Del empate técnico se ha pasado a un marcado distanciamiento entre la Unión y el SPD. A estas alturas de la legislatura, las encuestas que publica semanalmente la revista Stern, la de quizá mayor difusión en la República Federal, calcula las intenciones de voto en un 38 y un 24 por ciento respectivamente, una brecha que no ofrece trazas de corregirse.
Es entonces, con la insatisfacción en el campo de las izquierdas, cuando se produce un significativo repunte de la formación política que con ese nombre —Die Linke, la Izquierda— lidera Oskar Lafontaine, el viejo líder socialdemócrata que dimitió como ministro del gobierno de Schröder por su desencuentro múltiple con quien había sido su protegido y amigo. Tras la ruptura, Lafontaine se refugió en su feudo del Sarre. Luego volvió a la política nacional junto a los ex comunistas de la antigua República Democrática Alemana, sucesores por ello del partido que la gobernó, en la línea del llamado socialismo real, desde su fundación hasta la reunificación con la República Federal de Alemania.
El retorno de Lafontaine con tales compañeros no tuvo el éxito esperado. Algunos socialistas le tildaron de traidor, por romper la unidad de la izquierda democrática, y otros le afearon un pretendido afán de desquite. La Izquierda (Die Linke) quedó en una situación de aislamiento, con más fuerza que los liberales o los verdes pero con menos posibilidades de acceso a un gobierno de coalición. Respecto a la Unión, por situarse a la izquierda del SPD, y en cuanto a los socialdemócratas, por su condición de oveja descarriada. Las alternativas al Gobierno de la Unión de la CDU y la CSU, por un lado, y del SPD, por otro, serían la del gobierno de la Unión con los liberales o la coalición del SPD con los verdes. Los liberales y los verdes empatan hoy con el diez por ciento en las expectativas de voto, muy por debajo del veinticinco por ciento que correspondería a la Izquierda de Lafontaine. Demasiado poco para jugar un papel importante en el tablero político.
Algunos dicen que Oskar Lafontaie está tocando el tambor de hojalata como hacía el niño Oskar en la novela de Günter Grass.

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