viernes, agosto 17, 2007

Jose Javaloyes, Washington aprieta al Consejo de Seguridad

viernes 17 de agosto de 2007
Washington aprieta al Consejo de Seguridad José Javaloyes

La impaciencia norteamericana sube de punto, por vía del Congreso y no directamente por la Casa Blanca, ante la inocua virtualidad de las Resoluciones del Consejo de Seguridad sobre el programa nuclear iraní. Visto que, menos que servir para nada, tales medidas se la traen al fresco al régimen iraní, que continúa a su aire, impasible a la retórica diplomática onusiana, Washington acortará a muy breve plazo la decisión de considerar “terroristas” a los componentes de la Guardia de la Revolución, especie de milicia política del sistema o Ejército paralelo de los ayatolás.
Conforme aseguran los grandes periódicos estadounidenses, especialmente el Washington Post y el New York Times, tales medidas, que incluirían directamente a tales milicias en el Eje del Mal (descalificación suprema de un sistema político por parte de los EEUU), pese al hecho de que el propio Irán ya se encuentra inscrito en tal orla del deshonor internacional, habría de entenderse como una presión indirecta sobre el propio Consejo de Seguridad para que tome el rumbo de Resoluciones más específicas y duras. Que hagan mella en la imperturbada decisión de Teherán de llegar al acceso directo de la bomba atómica.
El argumento esgrimido por los gobernantes norteamericanos es el de que el régimen iraní apoya acciones terroristas tanto en Iraq como en Afganistán, cosa que no acaba de entenderse desde el momento que el terrorismo que opera en uno como en otro de estos dos países es el del capitaneado por Ben Laden, Es decir, el rival de la resistencia sadamista y del sunismo iraquí en armas en las campañas de terror contra la mayoritaria población de los chiíes, que es la expresa e históricamente apoyada por la República Islámica de Irán.
Otras razones y argumentos habrá que buscar en Washington contra Teherán si es que no le bastan las fundadas en la sólida presunción de que los herederos de Homeini corren al galope en pos de la bomba atómica. Y, de otro punto, no deja de extrañar que haya sido el propio Hamid Karzai, el presidente afgano al que defiende la OTAN con tantos de nuestros soldados europeos (en una guerra, por cierto que nuestro Gobierno se resiste a reconocer como existente), quien se haya ofrecido a oficiar de intermediario entre Irán y los Estados Unidos. Cunde la sospecha de que el hombre de Afganistán, que ya compareció recientemente en manifiesta distonía con el presidente Bush durante la rueda de prensa que celebraron en Washington, no sabe verdaderamente por donde se anda ni por donde le entra el viento.
Tal como aparecen las cosas con lo de la próxima vuelta de rosca americana sobre Irán, se adivina un comienzo de curso bien animado en el Palacio de Cristal de Naciones Unidas. Y cabe especular ya sobre cual será la postura que tome la Rusia de Vladimir Putín, que si endosó al igual que China las Resoluciones del Consejo sobre Irán habidas hasta ahora —suaves y que no han servido para nada—, no está claro que haga lo propio si la Resolución que venga sea lo suficientemente dura como para que la Casa Blanca se olvide de las nuevas vueltas de tuerca ahora anunciadas.
jose@javaloyes.net

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