jueves, agosto 23, 2007

Jose Javaloyes, Misiles en pantalla

jueves 23 de agosto de 2007
Misiles en pantalla José Javaloyes

En el posible entendimiento de que el despliegue de radares y misiles de la OTAN en Bohemia y el Báltico polaco respectivamente, cuelga del hilo de una ocurrencia del actual presidente norteamericano, el jefe del Estado Mayor del Ejército ruso, acaba de pedir al segundo de la diplomacia checa, que pospongan la decisión de aceptar el radar antibalístico hasta después del otoño de 2008, es decir, cuando se hayan celebrado las elecciones presidenciales en EEUU.
Esa hipótesis rusa, de que en noviembre del año que viene habrá cambio en los criterios de defensa estadounidenses y atlánticos, cual sea el veredicto de las urnas, dice mucho de la audacia del emisario de Putin y bien poco del conocimiento de éste sobre los criterios de continuidad que vertebran la acción exterior norteamericana, en defensa y diplomacia. Exactamente lo mismo que ocurre en el caso de Rusia, al igual que en todos los Estados nacionales de solvencia acrisolada. No obstante, esta regla de oro de la continuidad en la acción internacional tiene, como bien sabe el lector, excepciones clamorosas que sirven a políticos sin mayor fundamento para lucir y brillar, momentáneamente, en la irrelevancia de los fuegos fatuos.
Sabe el Gobierno del presidente Putin que el despliegue occidental de ahora, con radares y cohetería, propio de lo que se llamó “guerra de las galaxias”, es algo que muy posiblemente nunca tendrá vuelta de hoja. Cabe incluso la eventualidad de que los occidentales acepten la oferta rusa de compartir —aunque sin renunciar a lo suyo— los sistemas de radar propios y los de Azerbaiyán, genuinas cribas con que escrutar la línea de salida de cualquier misil iraní o norcoreano: interlocutores internacionales de la más ínfima calificación, desde muchos años atrás, para la Casa Blanca. De ello deriva la inclusión de la República Islámica de Irán, en el paquete llamado del “eje del mal”.
Hay razones de peso para la insistencia occidental en la barrera electrónica y la cohetería a la que sirve, dentro de Europa central. Una de tales razones derivaría de la poca fiabilidad del discurso diplomático de Moscú con Teherán. Bien distinto del discurso americano, tronante ahora para que el Consejo de Seguridad se moje más. Mientras que la línea rusa es una línea empedrada de reservas y ambigüedades sobre los iraníes. Tal como, en cierto sentido, siempre ocurrió en las relaciones ruso-persas.
Otra de las razones occidentales sería también de naturaleza histórica, aunque de significado distinto. Me refiero al hecho de que Rusia tiene un muy discutible derecho a reclamar el compartido regreso al punto cero, dentro de la dinámica de los equilibrios armamentísticos y militares, a partir del momento en que implosionó el régimen soviético: que la mantuvo bajo la bota durante 70 años.
Si, por ejemplo, Rusia desactivó en 1992 su programa de vuelos estratégicos y de patrullaje naval por todos los océanos, que ahora ha reactivado en represalia por los radares a instalar en Chequia y por los cohetes a emplazar en Polonia, pudo ser porque no le quedó más remedio, pues aun permanecía en el síndrome de anemia histórica, económica y política, determinante del propio desplome de la URSS.
Ahora, con la petro-chequera rebosante de capacidad por causa de los precios de la energía, si Chávez en Venezuela compra toda clase de armamento a Rusia, Putin puede comprarse el rescate del pasado imperial soviético. Al menos, su arrumbado programa de patrullaje global por mar y aire. Y también, posiblemente, por tierra…
jose@javaloyes.net

No hay comentarios: