jueves, agosto 23, 2007

Jose Javaloyes, La descomposicion de Iraq

viernes 24 de agosto de 2007
La descomposición de Iraq José Javaloyes

Ha insistido el presidente Bush en el ya abierto melón de la continuidad norteamericana en Iraq, desde la doctrina de Henri Kisinger sobre la retirada de Vietnam. Pero más allá del goteo de muertes que enmarca la ocupación tutelar del país, lo que queda de manifiesto, se mire por donde se mire, es que la invasión y la guerra han descoyuntado la propia realidad iraquí. Lo que cabría llamar “realidad nacional” en aquel espacio mesopotámico se reduce día a día a una pura ficción. La disgregación de los componentes étnicos y religiosos se ve multiplicada por la acción, deletérea y criminal de Al Qaeda.
Con ser tremebunda la operación de exterminio local ejecutada hace unos días por Al Qaeda contra varias poblaciones yazidíes, resulta más alarmante aun si cabe qué se divisa a través de esa espantosa ventana de fanatismo. Porque lo que queda más de manifiesto todavía con ello es que lo sustantivo en el emirato funcional de Ben Laden, como tantas veces en la historia del Islam, es el fanatismo. El terrorismo es sólo una resultante, directamente proporcional a la intensidad de lo fanático y a la radicalidad ideológica que tiene debajo la versión coránica que se destila en las alquitaras de las madrasas.
Sin el purismo integrista del wahabismo y las cepas de la intransigencia de los islamistas egipcios representados por los Hermanos Musulmanes, no hubieran sido concebibles las alucinaciones mesiánicas de ese iluminado del que no se sabe si sigue vivo o si tiene ya su residencia en el limbo de los orates. Aunque la cuestión del terrorismo alqaedano, insisto, no resulta en lo principal de las locuras de este árabe sino de todo el conjunto de precondiciones, históricas y culturales que hicieron posible la multinacional de terror islámico creada por él. Iraq se ha convertido, por causa de la guerra, en banco de prueba para las locuras alqaedanas.
Lo ocurrido en el Kurdistán iraquí contra los yazidíes da la medida de lo que puede suceder con cualquier otra minoría en lo que va quedando de Iraq, tras la demolición de la estructura del sadamismo, dictatorial y nacionalista. La minoría cristiana, localizada principalmente en el norte, ve menguar de manera continua sus efectivos; de suerte que si hasta la invasión anglo-americana la presión procedía del régimen de Bagdad —pese a tener cristianos en sus niveles superiores—, fue empleada también como moneda de cambio por el nacionalismo árabe y laicista. Así, el número de cristianos iraquíes, además de bajar por el forzoso desplazamiento territorial, que acaba cada vez más en la emigración, pudiera figurar en el programa “purificador” de Al Qaeda, tan bestialmente proseguido contra los yazidíes.
Puede haber más que sólo un empujón del fanatismo alqaedano contra las minorías no mahometanas, dentro de la orgía de violencia que prevalece en el solar de lo que fue el Estado iraquí. No sería descabellado pensar que el propósito de esa red terrorista fuera el de constituirse en punta de lanza para el relanzamiento del Islam en todo el mundo, especialmente en el Ándalus. La depuración iraquí de infieles sería de tal manera tanto como el lanzamiento de ese propósito de remontada histórica planteado recientemente en Yakarta, la capital de Indonesia, donde la organización de Ben Laden ha dispuesto hasta el presente de sonadas colaboraciones.
jose@javaloyes.net

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