lunes, agosto 13, 2007

Jose Javaloyes, Intermediar con Chavez, Kirchner...

martes 14 de agosto de 2007
Intermediar con Chávez, Kirchner… José Javaloyes

Está muy claro que el caso de la Venezuela de Hugo Chávez es el más sonoro de los guindos iberoamericanos de los que se ha caído el Gobierno en su estridente y malhadada política exterior. Acaso para velar la rectificación que pudiera estarse preparando, no ha sido el ministro de Asuntos Exteriores sino la secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, Elena Valenciano, la encargada de decir cuánto preocupa la “deriva autoritaria” del régimen chavista, de origen incuestionablemente democrático, como ella precisa, pero de inequívoca desviación antidemocrática también, especialmente en las restricciones galopantes de la libertad de expresión.
Es ésta una cuestión harto sabida de puro trillada, pero a la que hasta el presente fue ajeno cualquier atisbo oficial de crítica y repulsa. Muy al contrario, si alguna voz se alzó fue para criticar y censurar las críticas y censuras que se hacían, denunciándose la incomprensión… No era de extrañar una actitud así, estribada en el fondo de condescendencia con los populismos suramericanos de izquierda, muy especialmente con el neoperonismo de Néstor Kirchner —“Ernesto” para el presidente Rodríguez—.
Prueba de que subsisten las condiciones de sintonía programática con el populismo de transición a lo peor —motorizado por Hugo Chávez y profesado por los Gobiernos de Bolivia, Ecuador y Nicaragua—, no es, ciertamente, el viaje de la vicepresidenta por el hemisferio hispánico, merecedor de toda la atención por los Gobiernos españoles, tanto por el peso de la Historia como por el montante de los intereses, sino la brújula tan peculiar de la que se ha servido el propio presidente del Consejo desde la primera de sus visitas por allí. Suya es la que podríamos llamar “doctrina de la intermediación”.
Acuñada fue esta peculiar doctrina o teoría en la primera ocasión que Rodríguez estuvo en Buenos Aires para entrevistarse con Néstor Kirchner, luego de la gira tan sonada que éste por aquí, poniéndole las peras a cuarto al empresariado español. Había comenzado entonces el huésped de la Casa Rosada con sus famosas rebajas a las condiciones con que operaban en Argentina las grandes multinacionales españolas. Tales pretensiones suponían un choque frontal con unas instalaciones empresariales consolidadas conforme a derecho. Ello, sin embargo, no era ni es óbice para el revisionismo sistémico del actual Gobierno argentino.
No era ni tampoco es obstáculo. Estamos en las mismas. Ante lo cual propuso Rodríguez entonces, y en ello insiste ahora la secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, como posiblemente habrá sostenido Fernández de la Vega, la intermediación del Gobierno español entre los empresarios españoles y el poder político argentino. Dice Elena Valenciano que es conveniente que el Ejecutivo intermedie para que los empresarios puedan “operar con seguridad”.
No cabe desenfoque más absoluto. La única seguridad, deseable y necesaria, no es otra que la seguridad jurídica, el respeto de la ley y el cumplimiento de lo pactado. Es decir, el respeto a los contratos. Lo otro, la doctrina de la intermediación, el apaño y el regateo de feriantes no es propio de Gobiernos ni de países serios. Más aun, es algo que denota una óptica viciada y una práctica viciosa de la voluntad política, al margen del derecho, o contra el derecho mismo. Es hábito de manipuladores contra las instituciones que preservan la libertad por medio del respeto a la seguridad jurídica, y sobre los instrumentos de regulación de las prácticas mercantiles.
Esto otro, que es deriva intervencionista de los Gobiernos en la vida del mercado, guarda entera semejanza con la “deriva autoritaria” que Elena Valenciano advierte en Venezuela. Se trata de algo sin lo cual, por ejemplo, no se hubieran producido tan graves escándalos en las OPAs sobre Endesa: una, con el ministro Montilla como calzador; y otra, con dos primeros ministros como celestinas. Lo propio de los Gobiernos democráticos en los mercados no es meter baza en ellos, sino preservar las instituciones que los regulan y cuidar su transparencia.
jose@javaloyes.net

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