sábado, agosto 11, 2007

Jesus Higueras, La mision

sabado 11 de agosto de 2007
La misión
POR JESÚS HIGUERAS
Es maravilloso comprobar cómo después de dos mil años la voz de Cristo sigue sonando viva y fresca a través de su Vicario en la tierra. Esto es lo que testimonian los miles de jóvenes que el pasado jueves se encontraron con Benedicto XVI en su residencia de Castelgandolfo. Y es que la alegría que ha quedado en su corazón es algo que va a permanecer durante bastante tiempo, pues han escuchado «Palabras de vida Eterna».
El Papa sabe que los jóvenes no necesitan promesas de felicidad ficticia que pronto termina, pues ellos buscan la verdad de sus propias vidas y el sentido de las mismas; por eso el Santo Padre les ha invitado a preguntarle a Cristo sin miedo qué es lo que quiere de ellos, es decir, que se planteen su propia vocación desde la perspectiva de un amor infinito que han recibido y que deben transmitir al mundo. Es el amor de Dios por cada uno de nosotros el motor que debe movernos en la vida, para dar a todos el tesoro que hemos recibido. Esta es la razón por la que el anuncio del evangelio no debe terminar. La misión joven no ha sido un periodo de tiempo ya terminado, sino que todos debemos hacer de nuestra vida una continua misión , pues Cristo nos sigue enviando a anunciar con alegría la paz que hemos recibido de Él.
En el corazón de todos los jóvenes que han peregrinado a Roma este verano queda un profundo sentimiento de gratitud, pues es mucho lo que han recibido. Han podido encontrarse con ese tesoro por el que vale la pena entregarlo todo, han podido experimentar con certeza qué bien se está con Cristo y probablemente muchos de ellos puedan continuar con la pregunta: ¿Señor, qué quieres de mí?

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