lunes, agosto 20, 2007

Jeff Jacoby, Dejemos de prohibir la reventa

martes 21 de agosto de 2007
LEYES CONTRA EL LIBRE COMERCIO
Dejemos de prohibir la reventa
Por Jeff Jacoby
No soy demasiado aficionado a los deportes; nunca lo he sido. Tal vez sea ese el motivo por el que todo el ruido que rodea a la reventa de entradas me haga plantearme más preguntas de las que responde.
Por ejemplo: ¿por qué a vender entradas a un aficionado de los Red Sox en los exteriores de Fenway Park a un precio bastante elevado se le llama "reventa", mientras que a cobrarle al mismo aficionado 4 dólares por una botella de agua dentro del estadio se le llama "concesión"?
Pero lo que de verdad no entiendo del alboroto de la reventa es por qué alguien cree que el Gobierno debería tener un papel a la hora de decidir cuánto puede pagar un comprador motivado a un vendedor dispuesto por entradas para un evento de ocio legal. Todos damos por sentado que si usted está dispuesto a pagar por el privilegio, se podrá quedar en el mejor hotel, vivir en el mejor vecindario, comer en el mejor restaurante o contratar al mejor abogado. Así que, ¿por qué algunos se ponen tan nerviosos cuando algunos aficionados pagan una fortuna para ver a Daisuke Matsuzaka batear o a David Beckham chutar con el L. A. Galaxy? O para no reducir esto a los deportes, ver cantar Irreplaceable a Beyonce o entrar a Wicked en Broadway cuando ya no quedan entradas.
En realidad, buena parte de la inquina ha estado flaqueando últimamente. El 1 de agosto, Minnesota abandonó una ley anti-reventa que databa de 1913, permitiendo que los revendedores de entradas que violaban la ley salieran por fin de las sombras. "Este país se construyó sobre el libre comercio y ahora tengo que preocuparme más por la competencia – declaró el revendedor Michael Stratton al Minneapolis Star Tribune –. Pero ya no tengo que preocuparme de que mis hijas me vean esposado."
En Nueva York, las personas adultas también pueden negociar ya libre y públicamente en oferta y demanda. Una ley firmada por el gobernador Eliot Spitzer en junio desregulariza la reventa de entradas para teatros, conciertos y eventos deportivos. "Las leyes de reventa de entradas históricamente no han funcionado – razonó Spitzer –. Creo que permitir al libre mercado hacer su magia es el enfoque inteligente". Lo mismo piensan en Florida, que derogó sus leyes de reventa el año pasado, y en Illinois, que apoyó el libre mercado en el 2005, y en Connecticut, donde la reventa de entradas será legal este octubre.
En total, 42 estados han decidido que el cielo no se caerá si la gente que posee entradas de partidos y espectáculos es libre de venderlas a cambio de lo que quiera pagarle el mercado, tan libre como quienes poseen terrenos, acciones en bolsa, muñecas Barbie o lo que sea. La semana pasada, abandonando su prejuicio irracional contra la reventa, la Liga de Béisbol anunciaba un acuerdo a 5 años con StubHub, un importante revendedor online de entradas para eventos de entretenimiento. Los equipos lo recomendarán a los aficionados que quieran vender sus entradas o comprar algunas a otros aficionados; a cambio, la Liga de Béisbol se embolsará un porcentaje de los ingresos de StubHub.
En la República Popular de Massachusetts en la que resido, sin embargo, un libre mercado de entradas es todavía una fantasía. Durante meses, los legisladores del estado han estado insinuando que podrían desechar las arcaicas leyes anti reventa del estado, que prohíben vender las entradas más de 2 dólares por encima de su precio oficial. Pero mientras Beacon Hill vacila, el alcalde de Boston y el Departamento de Policía han lanzado una guerra santa contra los revendedores de entradas, 21 de los cuales han sido detenidos cerca de Fenway Park en lo que llevamos de año. La mayor parte de los detenidos no han sido acusados de uno, ni de dos, sino de tres delitos –reventa de entradas, ocupar una calle para la reventa de entradas venta ambulante sin registrar– por los cuales la multa combinada puede ser de hasta 800 dólares y un año de cárcel.
Con 45 asesinatos en Boston hasta la fecha este año –5 sólo durante la semana pasada– me parece bastante absurdo estar instando a los funcionarios de policía a perseguir a inofensivos revendedores de entradas.
Pero incluso si Boston fuera tan seguro como el Vecindario de Mister Rogers, tratar como criminales a los revendedores no tienen ninguna utilidad pública. Los controles de los precios –ya sean de la gasolina, de la atención médica o de las entradas del béisbol– nunca son una buena idea. Distorsionan invariablemente el mercado, frustran al consumidor, fomentan el mercado negro y conducen a carestías. Dejar que compradores y vendedores lleguen a un acuerdo en un mercado libre es la mejor manera de mantener disponible el abastecimiento de cualquier bien de consumo a un precio justo.
¿Quiere ver a los Red Sox en el Yankee Stadium dentro de unos días? A fecha de ayer, StubHub tenía entradas por tan sólo 26 dólares cada una. Puedo no ser aficionado a los deportes, pero a mí eso no me suena a "extorsión".

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