miércoles, agosto 08, 2007

Javier del Valle, Conductores descerebrados

jueves 9 de agosto de 2007
Conductores descerebrados
Javier del Valle
L OS accidentes de tráfico se han convertido en un mal endémico sin solución. Como muchas cosas en la vida pensamos que no nos va a tocar, pero todos o casi todos los lectores han vivido de cerca la amarga huella que deja la pérdida de un ser querido por un motivo tan absurdo como éste. Al final no aprendemos de las experiencias vitales, de las noticias con las que desayunamos, especialmente fines de semana en los que millares de jóvenes se matan tras la mezcla de noche, alcohol y volante. Pero seguimos pecando de tolerancia y todo lo justificamos en aras de transportarnos en el mayor invento del siglo XX, que en lugar de convertirse en un artículo de lujo, ha pasado a ser un elemento de primer necesidad (artificial) en nuestras vidas. En él se cuelan nuestras carencias como mala educación, chulería y falta de respeto hacia nosotros mismos y hacia nuestros semejantes. Y estos males se agudizan durante el verano, cuando el vehículo de motor es el medio en el que se desarrollan la mayoría de las vacaciones. Todos los vicios aplicados al volante se pagan, aunque no siempre los paguen los más irresponsables. Peatones ancianos son atropellados por conductores que ignoran la existencia de pasos de cebra. Automovilistas prudentes se ven envueltos en accidentes ocasionados por otros que han abusado del alcohol o de drogas. Otros sufren las consecuencias de colisiones producto de adelantamientos sin precaución o de velocidades excesivas. No sirven campañas, ni controles restrictivos de circulación, burlados una y otra vez por sistemas GPS, tampoco las campañas publicitarias o de medios de comunicación, ni los carnets por puntos, que al parecer no han resultado tan provechosos como se esperaba. Nos prohíben algo y al principio sentimos miedo pero pronto se nos olvidan los riesgos de multa. Nos puede la prisa y esa tendencia anárquica en la que caemos los españoles. Ya saben, las normas están para incumplirlas. Hasta un mismísimo ex presidente, hace pocos años corresponsable junto a su ministro del Interior y Director General de Tráfico de la política de seguridad víal, se mofaba recientemente de las medidas que prohíben el consumo de alcohol ante el volante. Con la chulería habitual de los españoles decía que el Gobierno no es un padre que deba decirle cuantas copas debe tomarse antes de coger el volante. Se trató de un acto de irresponsabilidad absoluta del señor José María Aznar en ese afán por destruir todo lo que promueva el partido contrario. ¡Vaya forma de proteger los intereses de los productores del valioso vino surgido de nuestros viñedos! Por muchas acciones que se tomen no se puede evitar esta lacra porque los accidentes se producen en gran parte por la falta de cerebro de los conductores, que sólo piensan en llegar cuanto antes a su destino, en incumplir las normas con arrogancia y en hacer la vida imposible al conductor contrario. Como, por suerte, las autoridades no pueden manipular con bisturí nuestras mentes enfermas, no cabe solución milagrosa para evitar que tantos españoles se dejen la piel en calles y carreteras.

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