martes, agosto 28, 2007

Jaime Peñafiel, No quieren a la consorte en el funeral

martes 28 de agosto de 2007
No quieren a la consorte en el funeral Jaime Peñafiel

A la pobre Diana, la polémica y el escándalo le persiguen, no sólo después de muerta sino, incluso, a los diez años de su trágica desaparición.
El próximo viernes, 31, y, con motivo de la fecha emblemática del aniversario, Londres se prepara para recordar a quien, Tony Blair, que tampoco existe ya, como Primer Ministro, calificó como “la Princesa del pueblo”.
Se le va a recordar con un funeral, en la capilla de los Wellington Barracks, próxima al palacio de Buckingham donde ¡oh, triste casualidad!, se casó, por primera vez… Camilla con el mayor Andrew Parker-Bowles. Fue un 4 de junio de 1973.
Ha sido, precisamente Camilla, la causante de la polémica y hasta el escándalo, desatado, al pretender, la consorte del Príncipe de Gales, y con una falta total de sensibilidad, asistir al funeral.
Así lo comunicó, mediante una carta pública, explicando, que lo hacía “porque los hijos de su esposo, el príncipe Carlos se lo habían pedido”.
Se olvidaban que ella, fue esa tercera en discordia, a quien se refirió Diana cuando declaró, en una dramática entrevista en la BBC, manipulada y vengativa, que en su matrimonio eran tres: ella, él y yo.
Nada mas conocerse que “la otra”, iba a estar presente, en la ceremonia fúnebre, un 54 %, de británicos encuestados, manifestaron su rechazo y, un 61 % de mujeres lo consideraban una provocación.
Como la monarquía británica, a diferencia de la española, suele ser muy sensible a la opinión de los ciudadanos, la consorte británica, no tardó, ni un minuto, en reaccionar difundiendo un comunicado, por la secretaría del Príncipe de Gales, en el que explicaba: “Tras reflexionar, creo que en mi asistencia podría desviar la atención del objetivo del acto que es, poner el foco, en la vida y al servicio de Diana”.
Como no hay mal que por bien no venga, con esta rectificación, Camilla, ha evitado tener que beber “el cáliz envenenado”, que le esperaba el próximo viernes ya que, todo el mundo, pensaría que su presencia, en la ceremonia religiosa era, cuando menos, una falta de respeto y que haría que Diana se removiera en su tumba, desempolvándose la historia del triángulo amoroso y pisoteando su memoria.
Tampoco ha sido invitada al funeral, que estará presidido por la Reina Isabel, Sarah Fergusson, la “oveja negra” de la Familia Real, que no desea verla ni en fotografía.
De asistir, lo tendría que hacer como una extraña, separada, incluso, de sus dos hijas.
En la monarquía británica todavía se respeta el protocolo que, en la monarquía española, ha desaparecido por completo. Sobre todo desde que la nieta de un taxista se coloca al mismo nivel que la Reina doña Sofía.

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