lunes, agosto 20, 2007

Ibarretxe, agradecido al PSOE

martes 21 de agosto de 2007
Ibarretxe, agradecido al PSOE
EL acceso del PNV al control de la Diputación Foral de Álava ha animado al lendakari Ibarretxe a repetir sus decadentes mensajes autodeterministas. El pasado jueves, durante la recepción al nuevo diputado general de Álava, el lendakari insistió en su gusto por los anuncios históricos, vaticinando «grandes cambios políticos» en el País Vasco, cuyo futuro «se decidirá aquí, no en Madrid», gestos vacuos que aparentan iniciativas de gran calado, pero que luego resultan tan frustradas y frustrantes como su balance de gobierno. Es probable que Ibarretxe esté preparando el debate de política general que se celebrará en septiembre en la Cámara Vasca, y en el que presentará como nuevas las mismas propuestas de años anteriores, pero, en todo caso, el lendakari quiere recuperar el protagonismo perdido como consecuencia del proceso de negociación entre el Gobierno y ETA y responder al claro desafío lanzado por Josu Jon Imaz, presidente del PNV, con sus críticas a la consulta soberanista tantas veces prometida por el lendakari.
Sin embargo, en esta ocasión Ibarretxe ha encontrado un punto de apoyo, sacando partido de la inesperada baza que le ha supuesto la vuelta del PNV a la Diputación de Álava, de la mano del sector netamente soberanista de su partido. El lendakari es consciente de que su posición interna mejora desde el momento en que el PNV aumenta su cuota de poder político. El desacuerdo entre PSE y PP ha sido, en este sentido, absolutamente perjudicial para el constitucionalismo y remarca la naturaleza errática de la política socialista en el País Vasco, gracias a la cual hasta Ibarretxe, un político sin crédito e incapaz, encuentra un balón de oxígeno. La irresponsabilidad de los socialistas al no facilitar la investidura del candidato del PP puso en bandeja a los nacionalistas copar el poder de los tres territorios históricos -verdaderos titulares del poder económico y local- y echar abajo el más eficaz dique de contención con el que se habían topado todos los nacionalistas -no sólo el PNV- en sus aspiraciones secesionistas.
El saldo de la política vasca de Zapatero se resume en una expansión del poder nacionalista -el gobierno autonómico y las tres Fiputaciones forales-, a pesar de la reducción del respaldo electoral al PNV. Al mismo tiempo, el PSE de Patxi López ha pagado la factura de creer que, actualmente, puede haber «transversalidad» con el PNV y que es posible abrir brecha en la solidaridad que practican los nacionalistas entre sí cuando se trata de aferrarse al poder. Ni Aralar, tan dispuesto a apoyarlo en Navarra para echar a UPN, se arriesgó a votar al candidato socialista en la Diputación alavesa. El resultado es la desfiguración del socialismo vasco, del que ya no se sabe a qué carta política juega en el País Vasco, salvo la de hacer imposible, como sea, cualquier entendimiento con el PP.

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