lunes, agosto 13, 2007

Iñaki Ezkerra, Diatomita

Diatomita
13.08.2007 -
IÑAKI EZKERRA i.ezkerra@diario-elcorreo.com

Para que los Juegos Olímpicos de Pekín se desarrollen a la perfección y para que el mal tiempo no les juegue una buena pasada, los chinos ya se han puesto a trabajar con un año de antelación en el cielo y han prometido que lo van a tener más limpio que los chorros del oro. El descubrimiento con el que piensan parar la lluvia se llama 'diatomita', un mineral que absorbe el vapor de las nubes, y lo probaron con éxito el pasado miércoles. A uno estas cosas no le sorprenden nada, la verdad. Uno, de los chinos se espera cualquier cosa. Los chinos se han convertido hoy en lo que antes eran los americanos a la hora de darnos sorpresas científicas. Hubo un tiempo no muy lejano en el que en España el personal decía con una sonrisa admirativa de hinchas paupérrimos: 'Los americanos ya han fusionado el átomo', 'los americanos ya han inventado la tele en color', 'los americanos ya han conseguido pisar la Luna'. Los americanos eran entonces algo así como una especie de listo de la familia, de hermano mayor de la Tierra, de primo del Zumosol tecnológico que podía hacer todo lo que los demás no éramos ni remotamente capaces de hacer y de dejar así bien alto el pabellón planetario, el club humano. Hoy los chinos les han tomado -como digo- totalmente el relevo a los americanos y paran la lluvia en su decorado olímpico, en su tapiz pekinés, y se guardan para mejor ocasión las sombras chinescas. Lo único que a uno le ha llamado la atención de esta exótica noticia es que nos llegue después del verano tan pasado por agua que han tenido los pobres ingleses. ¿No les podían haber prestado los chinos a los paisanos de Oxford ni siquiera un poquitín, unos tristes gramos, nada, una pizquita de diatomita para que se hubieran arreglado? ¿Cómo podría llamársele a esa insolidaridad, a esa racanería meteorológica? La historia humana guarda ocultas ironías sangrantes de las que no habla la prensa. Una de ellas es que precisamente el viejo mito de saber parar las lluvias tiene más de anglosajón que de asiático. Se suponía que los británicos tenían resuelto el problema del agua desde la Edad Media y desde que el rey Arturo consiguió que el país de Camelot fuera tan perfecto que en él sólo llovía de noche y hacía un sol radiante durante el día. La realidad es humillante y ahora los chinos con su diatomita nos demuestran que lo de Camelot era un camelo.La realidad hoy nos trae la diatomita y yo a ese juguete le estoy viendo ya un porvenir más ideológico que lo que se dice meteorológico, sobre todo en nuestro país, que está ahora en las nubes pero donde los analistas políticos parecen el hombre del tiempo de tanto que nos anuncian para después del verano un curso lleno de tormentas. Ahora entiendo tanto viaje de Zapatero, de Fernández de la Vega, de Moratinos y de los Reyes a China.

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