jueves, agosto 23, 2007

Guerra abierta en el PNV

viernes 24 de agosto de 2007
Guerra abierta en el PNV
LAS declaraciones del presidente del PNV de Vizcaya, Íñigo Urkullu, manifestando hallarse «harto» de los socios de su partido en el tripartito presidido por Ibarretxe es la última entrega de la crisis a varias bandas en la que está sumido el nacionalismo vasco. Si el artículo firmado por Josu Jon Imaz en medios vascos hacía oficial el divorcio entre el presidente del PNV e Ibarretxe sobre la oportunidad -más que sobre el contenido- de la estrategia soberanista iniciada por el lendakari y concretada, en su forma más agresiva, en la consulta por la autodeterminación, el dardo de Urkullu contra Eusko Alkartasuna e Izquierda Unida, bajo sospecha por sus devaneos con el PSOE tras las últimas elecciones locales, pero adheridos a la propuesta de referéndum soberanista, lleva la crisis al seno mismo del tripartito. Estos frentes abiertos en la bicefalia nacionalista -formada por el lendakari y el presidente del PNV- y en la coalición de gobierno surgida del pacto de Estella, se une el conflicto directo entre los sectores representados por Imaz y Joseba Egibar, heredero de Arzalluz y valedor del lendakari Ibarretxe. Nada, por tanto, queda a salvo de esta implosión del nacionalismo vasco, cuyas causas inmediatas se remiten al fracaso del lendakari Ibarretxe en su apuesta soberanista, con la que abandonó la rentable ambigüedad que permitía al PNV tener un pie en cada orilla y salir indemne políticamente de sus propios destrozos. El nacionalismo gobernante, pese a acumular todo el poder institucional del País Vasco -tras ganar Álava por el egoísmo político de los socialistas-, se encuentra en una situación de crisis generalizada, con la confianza rota entre los partidos de la coalición tripartita, con una declaración de hostilidad entre Imaz e Ibarretxe irreconciliable y una contienda interna progresiva en el PNV. Todo ello con la novedad, quizá calificable de histórica, de estar produciéndose sin la garantía de preservar, en todo caso, la hegemonía que en ocasiones anteriores permitió al nacionalismo producir sus escisiones y purgas -como la que produjo la caída del lendakari Garaicoechea y la fundación de Eusko Alkartasuna- sin poner en riesgo la conservación del poder político.
La suma de acontecimientos en el País Vasco parece abocar a unas elecciones anticipadas: el Gobierno autonómico no tiene viabilidad si el PNV -al menos, su presidente y su dirección, junto con la organización vizcaína- no secunda el proyecto principal del lendakari Ibarretxe, la tantas veces anunciada como aplazada consulta soberanista. Sería un error ver en estas discordias un problema de fidelidad nacionalista. Se trata de una cuestión de táctica y estrategia en la que Imaz ha diagnosticado el agotamiento del proyecto soberanista de Ibarretxe, la poca fiabilidad que merece el PSOE y la conveniencia de no excluir al PP del margen de maniobra que, a su juicio, requiere el PNV para cambiar lo que sea necesario a fin de que todo siga igual.

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