viernes, agosto 31, 2007

German Yanke, Un nuevo partido

viernes 31 de agosto de 2007
Un nuevo partido

POR GERMÁN YANKE
Rosa Díez deja el PSOE, según explica, para defender «con más libertad y eficacia las ideas por las que me afilié hace treinta años». Ya veremos la eficacia, pero en lo de la libertad tiene razón porque en los últimos años el PSOE ha mudado su doctrina y estrategia aunque, hay que reconocerlo, con cierta eficacia. Se ha hablado de un cambio generacional en el partido gubernamental pero, más bien, se trata del triunfo de un sector -mayoritariamente de la generación de José Luís Rodríguez Zapatero, pero no exclusivamente- que, bajo la capa de una meliflua «doctrina republicana», ha cambiado las coordenadas intelectuales del socialismo español dejando arrumbadas la trayectoria de sus antecesores y las resoluciones de sus congresos, incluso aquel en el que el actual presidente del Gobierno fue elegido secretario general enfrentándose entre otros, por cierto, a la propia Rosa Díez.
Si han desaparecido de la escena Francisco Vázquez, Nicolás Redondo, Rodríguez Ibarra y muchos otros, si Alfonso Guerra parece encapsulado en la ironía crítica, si Felipe González dice que Pasqual Maragall no le habría propuesto lo que propuso a Rodríguez Zapatero (y que no habla más de algunas cosas para no favorecer al PP), etc. no es porque todos ellos -y muchos más que no cito- pertenezcan a una generación del pasado, sino porque el PSOE ha cambiado y ha perdido, entre otros signos de identidad, el tradicional concepto de la nación democrática. Aun más, si José Bono sale y entra sabemos muy bien por qué sale (la doctrina) y por qué entra (la eficacia).
Esta pérdida ha llevado al PSOE a replantearse la actitud ante los nacionalismos y, en el caso vasco, la actitud ante la propia ETA. El fiasco de la última se compagina con el entusiasmo por el caos de la otra, como si de un desordenado festejo juvenil se tratara. El dirigente socialista Rodolfo Ares respondió ayer a Rosa Díez que su abandono «no afecta a la política» del PSOE y que venía «defendiendo las tesis del Partido Popular». La eficacia -estar en el poder y sacar adelante proyectos con ayuda de los nacionalistas- no debe ofuscar a la dirección del partido gubernamental: hay un discurso nacional en la izquierda que se ha visto defraudado, que dio origen a Ciudadanos en Cataluña, que va a propiciar el nacimiento de un nuevo partido promovido por Basta Ya!, y que puede ser el germen de la desafección de muchos votantes. De algún modo lo intuyen algunos cuando las críticas del PP al «proceso» o a lo que se ha dado en llamar eufemísticamente la «política territorial» se califican de «electoralista», pero, por el momento, el PSOE parece atrapado en su deriva.
Rosa Díez, tan cuidada antaño por la dirección de un PSOE que no era como el de ahora, tiene, por tanto, razón al quejarse del cambio y preferir defender lo que defendía con tanto corazón fuera del partido. Parece, sin embargo, que lo va a hacer en otro y ahí se va a encontrar, junto al resto de promotores de Basta Ya!, con la complicada cuestión de la eficacia. El sistema electoral no les favorece, salvo debacle de los demás. Son contadas las circunscripciones en las que, en las próximas generales, pueden obtener representación y, en caso de éxito, la presencia en el Congreso de un pequeño puñado de diputados se logrará a cambio de restar votos en la mayoría de provincias. Nada puede oponerse a ello: es una opción respetable, atractiva, avalada con nombres que tienen consideración pública. Ellos tienen derecho a presentarse y los ciudadanos que lo deseen a votarles. Pero es sugerente aventurar cómo puede afectar el nuevo partido al mapa de la política española.
Sin duda conseguirán votos en la izquierda, entre los desencantados, y quizá hasta algunos cuadros del PSOE. Pero, como ocurrió en las autonómicas catalanas con Ciudadanos, el daño electoral puede ser similar en el PP. De hecho (y si recordamos la campaña catalana lo constataremos), la campaña socialista de aislamiento del PP ha tenido sus frutos y es una realidad que un sector de la opinión pública, refractaria al PSOE actual, se resiste a votar al PP. El PSOE ha cambiado y ha perdido, entre otros signos de identidad, el tradicional concepto de la nación democrática, en que no son ni una cosa ni otra.
Naturalmente, sería absurdo que dijeran que son algo ya existente, pero el peso que el PP tiene todavía encima convierte en probable que un cierto voto socialista defraudado -que los populares quieren y, sobre todo, necesitan- podría ir gustoso a la nueva formación. Quizá por ello puedan hacer más daño a la derecha que a la izquierda. Por eso sorprende que un cierto sector del PP celebra esta iniciativa, como antes la de Ciudadanos de Cataluña, con tanto entusiasmo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

German Yanke....¿Ha criticado a Monseñor Cañizares en el periodico dirigido por jose antonio zarzalejos nieto hijo de jose antonio zarzalejos altares?