viernes, agosto 03, 2007

German Yanke, Loyola, dogma y bendicion

viernes 3 de agosto de 2007
Loyola: dogma y bendición
POR GERMÁN YANKE
A la indignidad de lo acordado entre Batasuna, el PNV y el PSOE hay que añadir ese permanente tufo clerical de las cuitas nacionalistas (y de sus comparsas). Ya en las conversaciones de Zúrich, con el Gobierno del PP, rondaba por allí el obispo Uriarte, como si hiciera falta una bendición. Ahora, en Loyola, en donde San Ignacio se convirtió al catolicismo después del «vano deseo de ganar honra» (en las tropas de Castilla, por cierto), los socialistas parecen haberse convertido al más escandaloso historicismo: si no todo, casi todo vale -incluso darle la razón- si al final ETA se aplaca. Parece, además, que, antes de celebrar las ansiadas «conferencias de paz» para dar carta de naturaleza al desaguisado que pergeñaban, querían depositar el texto del acuerdo no en la Oficina de Pesas y Medidas de París -que hubiera tenido su gracia-, sino en el Vaticano, lo que eleva el ridículo de estos sacristanes de pacotilla a la enésima potencia.
Lo de los curas mediadores, los frailes irlandeses, los obispos certificadores, los santuarios como falsos parlamentos y los archivos vaticanos demuestra el nulo tono constitucional y civil del nacionalismo. No es que sea un tema de fe, es una cuestión de dogma. En el fondo, unos -los nacionalistas moderados- tratan de convencernos de que sus reivindicaciones son fruto de la naturaleza de las cosas y de que, si no lo aceptamos como tal, es por un «malentendido», porque aún no hemos sido iluminados. Por un «malentendido» matan otros, al parecer, y no precisamente porque no hayan entendido las cosas los asesinos, sino porque nos resistimos a aceptarlas como ellos desean. Desde esta visión totalitaria de la política, y de la vida, viene que ni pintado el fraile que bendice, reprende paternalmente, calma a unos diciéndoles de tapadillo que esperen y pide a otros que cedan porque la «paz» bien vale... Seguramente no es este el esquema mental de la mayor parte de los católicos y sus pastores, pero la Iglesia debería reflexionar sobre tanta dejadez y pusilanimidad ante el descaro que viste sus ropajes.
Doble amenaza
Pero no se trata de un malentendido, sino de una doble amenaza. La primera, la del terrorismo, que no es un método equivocado para una reivindicación de otro tipo, sino la entraña misma (violenta, totalitaria, inhumana) de una doctrina. La segunda, en el orden de las reivindicaciones nacionalistas, la de una concepción que pretende eliminar del panorama la noción de ciudadanía y los fundamentos del sistema constitucional. En Loyola se ha desistido de los principios hasta el escándalo. Lo ha hecho el PNV, que parloteaba -incluso mostrando una cierta distancia con el Gobierno de Rodríguez Zapatero- sobre aquello de «primero la paz, luego la política». Y lo ha hecho, produciendo aún más conmoción, el PSOE que, contradiciendo incluso sus mismos principios, pretendía dar por bueno el más espectacular asalto a la democracia y a la libertad de los ciudadanos.
El actual Gobierno español, a estas alturas, sólo puede decir que la «paz no tiene precio político» porque el que ponía ETA era excesivo. Hasta el momento no ha habido voz socialista que haya negado que, para el éxito del «proceso», el PSOE estaba dispuesto a aceptar la retórica nacionalista sobre la nación, las «mesas» políticas, a buscar fórmulas que pudieran ser aceptadas por Batasuna como la plasmación del derecho de autodeterminación, a dar carta de naturaleza a unas «relaciones» entre el País Vasco y España como entes políticos diferentes que se «respetan» y a renovar sistemas institucionales de vinculación entre Navarra y la Comunidad Autónoma Vasca. Después de este descalabro intelectual y pragmático de los socialistas vascos (amparados por sus mayores), salir con lo de que Batasuna no tuvo «valentía» es de un descaro supino.
Lo alarmante, ahora, no es sólo lo que vamos sabiendo del pasado, sino el guión que establece de las tragaderas del PSOE en el futuro. Podría haber de nuevo diálogo «en las condiciones adecuadas» como ha dicho el ministro de Justicia. Quizás las revelaciones de los tejemanejes de Loyola por parte del PNV son un aviso de lo que el PSOE podría aceptar hablando con ellos o con otros. Nadie en el socialismo español ha dicho, no ya que lo contado sea mentira, sino que lo que se dice que se acordó es inaceptable. Es evidente que unos siguen queriendo imponer el dogma, pero lo peor es que otros sigan persiguiendo la bendición.

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