viernes, agosto 17, 2007

German Yanke, La iniciativa del PP

viernes 17 de agosto de 2007
La iniciativa del PP

POR GERMÁN YANKE
El presidente del Gobierno, relativamente activo en estos días de verano, ha dicho al PP, con ironía no exenta de mala uva, que se prepare para las elecciones de 2012 porque en las del próximo año no tendrá opción. No ha dicho, como su antecesor, que en caso de ser reelegido limitará a dos las legislaturas en el poder, así que no sabemos si piensa que su crédito tiene en el 2012 fecha de caducidad o si desconfía de quien sea su sucesor a la cabeza del PSOE. Pero José Luis Rodríguez Zapatero está ya en campaña -incluso desde Doñana- y ha elegido la retórica del optimismo sin tacha para reclamar el voto.
Está el presidente, he dicho, relativamente activo porque sus viajes relámpago, sus apariciones públicas y sus declaraciones han obviado la seriedad con que se deberían haber tratado algunos temas de la actualidad: quedó a un lado de la crisis del socialismo navarro, pasó como sobre ascuas en el tema de las infraestructuras en Cataluña, no quiso hacer comentario alguno sobre las quejas y protestas formuladas por varios grupos parlamentarios a la ministra de Fomento. Es una estrategia habitual de este Gobierno: otros apechugan con los problemas y el presidente aparece después, sonriente y confiado en el resultado de los próximos comicios.
Han coincidido estas apariciones veraniegas de Rodríguez Zapatero con unas vacaciones estrictas del líder de la oposición, al parecer en el extranjero. No han sido pocos los comentarios y las urgencias pidiendo, ante estos y otros acontecimientos, ante las declaraciones del presidente también, la voz de Mariano Rajoy. El escultor Jorge de Oteiza, entre otras genialidades, reprochaba hace años a los políticos el exceso de agenda, el activismo, la manía de hablar de todo y constantemente y la falta del descanso y del sueño necesarios para después pensar. Así que no me parece mal que Rajoy, o cualquier otro, desaparezca unos días, descanse y reflexione con la distancia del observador. El problema del PP, en todo caso, es constatar cómo se echa en falta la voz de su presidente cuando está ausente, como las otras, por convenientes que puedan ser ocasionalmente, no son suficientes ni por un par de semanas. Es decir, un problema de equipo, de estructura, de estrategia.
Desde esta perspectiva, la de la estrategia, la cuestión clave para el PP no es tanto las vacaciones de Rajoy -por mucho que, en este mundo global e intercomunicado hubiera podido «aparecer» en algún momento de las mismas-, sino la iniciativa política. Es un procedimiento, sin duda, más eficaz que el optimismo vacío (en el caso improbable que el PP pudiera ganar al PSOE en ello) y que, además, conecta la actuación cotidiana de un partido con un proyecto y una alternativa verosímiles. El PP ya lo hizo así las dos veces que ganó las elecciones. El propio Rajoy -con Rato como cabeza parlamentaria por cierto, ya que ahora tanto se le menta- formó parte del equipo de José María Aznar que, antes de las elecciones de 1996, se mostró más activo y por delante del Gobierno socialista, con más proyectos e iniciativas. Y ocurrió algo similar desde el Gobierno cuando, en 2000, tras una legislatura exitosa, el PP supo plantear los proyectos, muchos frustrados después por perder la iniciativa, para continuar las reformas de su programa.
Y no debería olvidar que en 2004, al margen del efecto de los atentados del 11-M en el electorado, la iniciativa era del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero mientras el PP quería colocar a España, alejado de la opinión pública, en su particular mapa del mundo. Los famosos pactos de Estado, incluido el que se firmó contra el terrorismo, las propuestas de regeneración democrática, etc. estuvieron presentes al mismo tiempo que una inmisericorde oposición al Gobierno de Aznar.
El problema y el reto del PP para los meses que quedan hasta las elecciones generales, sobre todo después de haber ganado las municipales, es tomar la iniciativa política, aunque ésta requiera algunos cambios o, como dice Rajoy -como si siguiera de vacaciones, si se me permite la broma-, algunas «incorporaciones». La iniciativa, hoy, es del Gobierno y el PP dice que no con mucha energía pero sin dar el necesario paso para modificar el escenario: dejar a un lado la concepción de la estrategia política como el acompañamiento crítico de los acontecimientos y la limitación de los daños y hacer visible el modo y el sentido de un cambio profundo y convincente. Sí, es el «programa», pero no sólo el programa, sino su fundamento político.

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