jueves, agosto 09, 2007

German Yanke, Inversiones en Cataluña

jueves 9 de agosto de 2007
Inversiones en Cataluña Germán Yanke

Nada parece tener importancia. O, más bien, da la impresión de que hay una grave fractura entre la realidad y la política. En Cataluña se siguen viviendo jornadas amargas tras un apagón sorprendente en el comienzo del siglo XXI y con uno de los principales aeropuertos de Europa, el de Barcelona, sumido –una vez más- en el caos. Pero tanto el Gobierno de Cataluña como el de la Nación se lo toman con una filosofía más que veraniega y lanzan inútiles misiles dialécticos aquí o allá.
Los nacionalistas aprovechan para reclamar inversiones en Cataluña. Es una vieja reivindicación y no puede negarse que, junto a otros privilegios, hay en ello un déficit que llama la atención. Paradójicamente, el Gobierno de Aznar pactó con CiU un programa de inversiones que, ahora, es presentado por Durán i Lleida, que intervino en su negociación, no sólo como un ejemplo, sino como el único programa serio hoy vigente, ya que algunas de las inversiones acordadas entonces se siguen haciendo en estos momentos.
Lo sorprendente es doble naturaleza. En primer lugar, una gestión política, la del tripartito, que parece más próxima a las grandes formulaciones retóricas (incluidas las del nuevo Estatuto de Autonomía) y una despreocupación, o falta de eficacia, en la política cotidiana y en la administración de los recursos propios, que son muchos. El “entendimiento” entre el Gobierno de la Generalitat y el de España, sea cual sea su color, debería perseguir la solución de los problemas de los ciudadanos y el establecimiento de un marco en el que ellos mismos puedan elegir y desplegar sus iniciativas. Por el contrario, el lenguaje seudonacionalista, o nacionalista sin más, preside sus relaciones y los problemas siguen pendientes.
Pero tampoco se puede, ni desde el nacionalismo ni desde el tripartito presidido por Montilla, dar carta de naturaleza a un victimismo que no tiene justificación ni sentido. Algunos problemas estructurales precisan inversiones y una atención eficaz del Gobierno, pero, en la historia reciente de la autonomía en Cataluña, han sido tantas las ineficacias y han sido tan abundantes los desaprovechamientos de las oportunidades que los problemas de ahora deberían tomarse con una cierta moderación en el juicio. Pero Cataluña parece uno más de los paraísos de la retórica, en este caso bilingüe.

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