viernes, agosto 10, 2007

German Yanke, Fotos en Buenos Aires

viernes 10 de agosto de 2007
Fotos en Buenos Aires Germán Yanke

A nadie se le oculta que no son buenos momentos para las empresas españolas en varios países americanos. Ya se sabe que, cuando la inteligencia falla, el mejor recurso es cubrir las deficiencias con el ropaje de la patria y algunos gobiernos americanos se abonan a esa curiosa habilidad. La política internacional, por otra parte, tiene tan a menudo un carácter no sólo ajeno a los principios sino imbuido de que hay intereses nacionales que son distintos de los de los nacionales, es decir, los ciudadanos y las empresas.
Ahí tenemos ese sorprendente viaje por distintas capitales americanas de la vicepresidenta Fernández de la Vega, en el que, por razones seguramente muy serias (pero que habría que explicar), se ha puesto de perfil cuando el presidente de Nicaragua amenaza a Unión Fenosa o el de Ecuador a Movistar. Todo por el buen entendimiento, que es otro de los conceptos de la política iberoamericana que habría que explicar también. En Argentina, igualmente, son todo parabienes y, con la disculpa de que se compensará a las empresas pesqueras atacadas recientemente, parece no tener importancia el acoso gubernamental a otras, incluida la batalla emprendida, entre el propio Gobierno argentino y algunos colaboradores facinerosos, contra la instalación de papeleras en Uruguay.
En el último Debate sobre el estado de la Nación, el presidente Rodríguez Zapatero se explayó muy ufano sobre el fundamental papel que España ha adquirido en el mundo. En esto, como en todo, estamos, al parecer, mejor que nunca. Lo he recordado al ver en los periódicos a nuestra vicepresidenta sentada a la derecha del presidente argentino Néstor Kirchner. Apretando su brazo, sonriente, alabando las buenas relaciones y pidiendo modosamente “un marco estable” para las inversiones españolas.
La vicepresidenta, por cierto, estaba ante la misma mesa y en el mismo sillón en el que hace unos días se sentaba el ex presidente Aznar como intermediario de un empresario norteamericano ante el mismo Kirchner. Quizá hablaron también —incluso quizá la “memoria histórica” de la vicepresidenta actual lo recordó asimismo— de los tan favorecedores préstamos, de cifras que nunca antes se habían formulado, que el Gobierno español del PP hizo a Argentina por aquello del “buen entendimiento” y las muy serias razones de lograr una necesaria estabilidad en el país. Una necesaria estabilidad para que ahora se pueda rogar un marco estable para las empresas españolas.
El problema en esos países volcados, y algunos hundidos, en el populismo no es tanto el volumen y la continuidad de los “problemas”, sino la falta de las garantías jurídicas que implican los estados de Derecho. Y los “ideólogos” como Aznar y los gobernantes como Fernández de la Vega no deberían olvidarlo.

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