jueves, agosto 23, 2007

German Yanke, Corrupcion politica

viernes 24 de agosto de 2007
Corrupción política Germán Yanke

Entre los últimos datos facilitados por el Centro de Investigaciones Sociológicas de los resultados de sus sondeos hay uno que no debería pasar desapercibido. El 52% de los encuestados, preguntado por cuantos políticos cree que están implicados en casos de corrupción, responde que bastantes o casi todos, El asunto de la corrupción, de la vinculación de la política con las operaciones inmobiliarias, de las relaciones entre los poderes públicos y grandes oportunidades empresariales es ya un tópico, una cuestión recurrente en las conversaciones y el trasfondo de muchas noticias en los medios de comunicación. Resulta algo tan habitual que tendemos a considerarlo, sin más, parte de un paisaje que no puede modificarse. Y, casi se diría que con naturalidad, más de la mitad de los que responden al sondeo dicen creer que bastantes o casi todos los políticos están en el ajo.
Un aspecto del asunto es la imagen de los políticos que, como se ve, es bastante o muy mala, por seguir con la terminología demoscópica. Se habla mucho, y con razón, de que la democracia, por la imperfección de su funcionamiento entre nosotros, ha devenido una partitocracia. Habría que añadir que es, lamentablemente, una partitocracia de partidos débiles que, como dice el juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos Samuel Alito, suelen sustituir la debilidad por el poder de grupos de interés. La fotografía revela claramente lo que ocurre en España. Intereses a un lado y otro de la frontera de la política terminan tomando o impulsando decisiones. Para los españoles, al parecer, ocurre así en más de la mitad de los casos.
Pero esta degeneración del sistema no se resuelve con el llamamiento a la honradez de los políticos ni con la moralina de códigos de conducta que son más bien máscaras de la publicidad política. Es un asunto que lo debe resolver la ley. La ley que castiga los delitos, claro, pero también la que, con procedimientos eficientes y la exigencia de transparencia, trata de evitarlos. Y la que, en las vertientes más políticas, regenere (desde la financiación de los partidos al sistema electoral) la democracia.

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