jueves, agosto 23, 2007

German Yanke, Carter no se entera

jueves 23 de agosto de 2007
Carter no se entera Germán Yanke

Una de las cosas más ridículas en el tema del terrorismo de ETA es el de los mediadores. Durante el “alto el fuego” aparecieron en público algunos de ellos, asegurando jugar un papel por acuerdo de las “partes”. Asombroso que el Gobierno de España los haya aceptado ya que, al menos, no desmintió su conformidad cuando aparecían contando su doctrina y sus cuitas. Es ridículo, además de sangrante, porque los mediadores tratan de aplicar una teórica técnica de “resolución de conflictos” como si estuviésemos hablando de la discusión por la hipoteca en un divorcio o de dos grupos que se pelean violentamente. Sin embargo, en el caso de ETA, hay una banda terrorista que ataca, asesina, extorsiona, amenaza, etc. (desde la perspectiva de imponer violentamente una doctrina totalitaria) a los ciudadanos y a un Estado democrático que se defiende con los recursos legales del Estado de Derecho.
Tuvimos que soportar estoicamente, es decir, sin insultar a la pléyade de mediadores (algunos de ellos, además, de la órbita de la Iglesia Católica que, a veces, demuestra tanta opacidad a la libertad y a la democracia que asombra) durante el “alto el fuego” y las maniobras absurdas del Gobierno. Y ahora aparece James Carter, ex presidente de los Estados Unidos, ofreciéndose para mediar si se lo piden ambas “partes”, aunque recomienda, el muy despistado, encuentros “directos” entre ellos. Dice, además, que ya formuló en el pasado el ofrecimiento de esa pantomima que fundó con el nombre de Centro Carter. Al parecer, mientras los chicos del ex presidente hacían arrumacos en el País Vasco de la mano de Elkarri, querían que el Gobierno español les diera también su bendición, lo que afortunadamente no ocurrió.
No extraña, a la vista de este afán esperpéntico, que los demócratas que optan a la nominación para ser candidatos a la presidencia de los Estados Unidos miren con una mezcla de irónico divertimento y espanto estratégico el pasado y el presente del millonario ex presidente, capaz de hablar de lo que no sabe hasta la indignación. Pero si se mete ahora en esos berenjenales, además de para dar lustre a su Centro, es porque, aquí, en España, se ha dado pábulo a esas mediaciones tontas. Es decir, que Carter no sabe nada de España ni del País Vasco, pero intuye que el Gobierno ha estado demasiado despistado.
Quiso el personaje convertirse en adalid, ingenuo y atormentado por sus incoherencias presidenciales, de los derechos humanos. Extraña que, con esa voluntad, no haya dicho que lo que le interesa en el País Vasco es ponerse y batallar junto a las víctimas, junto a aquellos cuyos derechos humanos son violados por los terroristas. Pero no, quiere ser mediador…

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