martes, agosto 28, 2007

Florencio Dominguez, El café de Batasuna

El café de Batasuna
28.08.2007 -
FLORENCIO DOMÍNGUEZ

Dice el ministro del Interior, y dice bien, que Batasuna no es capaz de pedir un café sin el permiso de ETA. Esa es la historia de Batasuna desde sus orígenes, desde que se fundó como una HB supeditada a la organización terrorista a la que debe arropar y acompañar, siempre desde una posición subordinada.Esa subordinación se reflejó tras la ruptura de la tregua de 1999 y se ha vuelto a manifestar en la ruptura de la tregua de 2006. Pero es que también fue así durante el tiempo del alto el fuego, mientras los representantes socialistas y de Batasuna negociaban sobre la legalización, primero, y sobre cuestiones políticas, después. Batasuna fue mero transmisor de la primera amenaza etarra de romper la tregua en mayo de 2006, cuando el juez Grande Marlaska decidió citar a declarar a ocho dirigentes de la izquierda abertzale. Batasuna se plegó a las órdenes de ETA, en el mes de agosto, cuando la banda terrorista le prohibió dar pasos para conseguir la legalización. Fue ETA también la que elaboró la propuesta política que Batasuna tenía que llevar a la mesa de Loyola para negociar con el PNV y con el PSE y la que fijó el plazo máximo en el que se tenía que cerrar el acuerdo so pena de poner fin al proceso. Fue ETA la que obligó a Batasuna a dar marcha atrás en el preacuerdo que había aceptado con PSE y PNV y a poner nuevas exigencias que provocaron la ruptura de las conversaciones.Todos esos episodios hacen incomprensibles las palabras de elogio y las palmadas en la espalda que se vertieron desde las filas socialistas hacia Batasuna y sus dirigentes. Tal vez se creía que de esa forma se incentivaba la evolución en el seno de la izquierda abertzale hacia la renuncia definitiva de las armas. Hubo muchos que creyeron que la tregua no tenía marcha atrás y que si ETA reanudaba los atentados, Batasuna no le secundaría. Sectores significativos de la Iglesia vasca fueron de esta opinión y transmitieron este mensaje. Fueron ellos, posiblemente, los que contribuyeron a confundir al Gobierno haciéndole creer que ETA tenía tomada la decisión de abandonar el terrorismo.Si incomprensibles son los elogios que se hicieron a Batasuna, más incomprensible resulta que se permitiera su vuelta parcial a la legalidad a través de la pantalla de ANV, máxime cuando eso se hizo después del atentado de Barajas y sin que mediara rechazo de la violencia. En esas condiciones, no hubiera estado de más que se hubieran escuchado voces como la del Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, que pidió la entrega de las armas de ETA antes de que se legalizara a Batasuna. f.dominguez@diario-elcorreo.com

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