martes, agosto 07, 2007

Ferrand, Regas y el sentido comun

martes 7 de agosto de 2007
Regás y el sentido común

POR M. MARTÍN FERRAND
ROSA Regás es como Norma Desmond en El crepúsculo de los dioses, pero sin mayordomo. Su carácter atrabiliario y su pasado de escritora tardía y de interés descriptible se engrandecen con su destino actual al frente de la Biblioteca Nacional, en donde, tras haberlo intentado, ya no perpetra mayores estropicios y se limita, cuando surge la ocasión, a hacer declaraciones tonantes y sañudas contra todo lo que no le gusta y, por supuesto, desconoce. Siempre, eso sí, a mayor gloria del Gobierno que la adoptó y protege. Regás, que trata de ganarse el sueldo y ser agradecida, ha dicho: «Los grandes logros sociales de este Gobierno se venden mal porque la prensa no es del Gobierno. Todos van a favor de la oposición. Afortunadamente cada vez se venden menos periódicos».
Si se otorgara un gran premio a la persona capaz de incluir más estupideces en un montón de sólo tres decenas de palabras, Regás resultaría imbatible. Aparte de la grandeza o pequeñez de los «logros sociales» del equipo de José Luis Rodríguez Zapatero, que ese es otro asunto, convendría que algún socialista cabal y franco de ría instruyera sobre la realidad de la vida a tan áspera señora. La prensa, felizmente, no es del Gobierno desde la privatización y clausura de la Prensa del Estado en que la Transición dejó la anterior Prensa del Movimiento. Por cierto, un mérito de Felipe González. Además, atribuirle a las doce docenas de diarios -gratuitos o de pago- que salen a la calle todos los días la adhesión y el seguimiento entusiasta de los dichos y silencios del PP, monopolista de la oposición, es tanto como ignorar que las noches suceden a los días.
Lo de alegrarse porque cada vez se vendan menos periódicos, cosa que no es cierta, repugna a la razón democrática y escandaliza cuando el emisor de la majadería es responsable de un puesto clave en la organización cultural del Estado. Se entiende si se sabe que tan estrafalario personaje, en la misma entrevista para Tribuna de la Administración Pública en que engarza la perla de más arriba, incrusta otras piezas no menos valiosas: «Hace dos meses que no leo la prensa, ni veo la tele, ni escucho la radio». Pues qué bien. A la señora no le gusta la crispación, sólo le interesa crispar, y renuncia a la crónica de lo que nos pasa.
Quienes no conozcan la personalidad, la obra y las maneras de Rosa Regás, eso que salen ganando; pero quienes, profesionales de la contemplación de las miserias humanas, la hemos visto -desde la distancia, por supuesto- trepar con ansias de notoriedad y poder sólo podemos certificar la concordancia existente entre la conducta y los dichos de una señora a la que el Gobierno, en ejercicio de irresponsabilidad y/o desconocimiento, ha puesto al frente de la primera Biblioteca de la Nación. Si por lo menos tuviera un mayordomo esforzado y fiel como Erich von Stroheim, alguien podría avisarnos de sus próximos y desenfocados ataques prensafóbicos. Pobrecita.

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