miércoles, agosto 29, 2007

Ferrand, Preparar la sucesion

miercoles 29 de agosto de 2007
Preparar las sucesiones

POR M. MARTÍN FERRAND
EN una hermosa alegoría sobre la continuidad del talento, Francisco Umbral dedicó su último artículo -¡hace sólo un mes!- a la figura de Eugenio D´Ors. Será difícil encontrar, en un solo siglo y un único país, tantas diferencias como van del uno al otro, de un martillo de herejes a un hereje martillado; pero ahí, en la variedad, residen la gracia y la riqueza de nuestros diarios. La pluralidad genera inteligencia y refresca los espíritus. D´Ors y Umbral reposan ya, juntos para siempre, en los almacenes en que se olvidan los muchos y grandes hombres que, como buenos animales de pluma, han puesto un huevo cada día para ganarse el pan y el respeto, que es más difícil, de los muy escasos y exigentes lectores de los periódicos españoles.
Del último artículo de Umbral tomo prestada su muy inteligente conclusión: «Toda guerra produce genios». Supongo que en Suiza no es así; pero aquí, donde el máximo pacifismo consiste en llevar la navaja guardada en el bolsillo o, en su caso, sujeta en la liga, las treguas entre guerras han ido germinando espasmos de genialidad. De ahí, quizá, la pequeñez de las últimas generaciones de la política. Dos tercios de siglo con trincheras, pero sin disparos, han enflaquecido el músculo y rebajado el cacumen. Si José Luis Rodríguez Zapatero no estuviera forjado en el sosiego de la paz y nutrido con buenos alimentos es posible que tuviera mayor conciencia de lo que dice y hace. En consecuencia, no provocaría situaciones tan chuscas como la que, a propósito de su torpe y demagógica regulación masiva de inmigrantes ilegales, ha subrayado François Fillón, el primer ministro francés. Ya puede el muy abnegado titular de Exteriores tratar de zurcir con embustes el prestigio europeo del presidente español. Ni echándole la culpa a Jesús Caldera, otro gran sufridor gubernamental, podrá limpiar Zapatero los churretes que afean sus protestas europeístas.
A Manuel Fraga se le ve que viene de la guerra en el lúcido sentido que Umbral le daba a la inteligencia de D´Ors. Es, al margen de filias, fobias y defectos evidentes, un sólido pilar de nuestra acomplejada democracia. La derecha, sin él, se hubiera evaporado como lo hizo su cara más atractiva, la de UCD, y con él nos hemos ahorrado unos extremos que a nadie convienen. Desde la paz, posiblemente y a la vista de su afición a preparar queimadas y «pisco-sour», hubiera sido como Perico Chicote, Fernando Gaviria o Miguel Boadas. La necesidad le marcó otras rutas, perdimos un barman y ganamos un estadista. Estamos tan huérfanos de talento que necesitamos de alguien que, como Fraga, recuerde algo tan mostrenco como que «un partido no se puede hacer con un solo hombre».
Umbral vino después de D´Ors y de otros tantos y ya se perfilan, y con brillo, los nombres de sus sucesores. ¿Será mucho más difícil en la política? Quizá la fórmula consista en quitar lo que sobra antes de buscar lo que falta; pero, como bien predica Fraga, «hay que ir preparando las sucesiones».

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