miércoles, agosto 15, 2007

Ferrand, Mas harina y menos huevos

miercoles 15 de agosto de 2007
Más harina y menos huevos

POR M. MARTÍN FERRAND
A mitad de camino entre Melpómene, musa de la tragedia, y Talía, inspiradora de la comedia, Magdalena Álvarez, pieza notable en el gineceo paritario de José Luis Rodríguez Zapatero, nos está aliviando el verano a todos cuantos no desdeñamos las vacaciones como tiempo para la observación política. Esta señora es un manantial inagotable de sandeces y, de no ser porque cursa con cargo al Presupuesto, habría que hacer un escote para financiarla y protegerla. En sus actuaciones, como los artistas del circo tradicional, consigue el más difícil todavía y, por su mérito, el espectáculo gubernamental, siempre lánguido en la canícula, no decae. Todo lo contrario.
La todavía titular de la cartera de Fomento compareció ayer en el Congreso y, antes de iniciarse la sesión, anunció a quienes quisieron oírla que no piensa dimitir: «Lo haré, puntualizó, cuando me lo diga el presidente del Gobierno». Ya sabemos que la ministra de Educación, otra joya con dientes en tan singular equipo de poder, no da abasto en la corrección de galeradas para la edición de Educación para la Ciudadanía y que el de Cultura, recién llegado, no ha tenido tiempo para deshacer el equipaje; pero alguien habrá en el Gobierno capaz de enseñarle a Magdalena Álvarez la diferencia fundamental que existe entre dimitir y cesar. Dimitir depende de su propia voluntad y de su capacidad autocrítica. Zapatero no le puede hacer dimitir y, si tuviera una idea más clara del servicio a la Nación, ya la habría cesado hace mucho tiempo.
Después de la comparecencia -es un decir- de la ministra de Fomento, antítesis en capacidad y finura de la del presidente de Endesa, Manuel Pizarro, en el Parlament, lo que debiéramos analizar es el significado del patronímico de la señora en cuestión. Según el DRAE, magdalena es un nombre, femenino, que lo mismo sirve para señalar una mujer arrepentida de sus pecados que un bollo pequeño parecido al bizcocho, pero con más harina y menos huevos. Dada la cerrazón de nuestra peculiar Magdalena para asumir responsabilidades y tratar de rectificar sus errores, tendremos que quedarnos con la hipótesis del bollo y eso ayuda a comprender su empecinamiento y el caos en que ha sumido a un Ministerio de larga tradición y función indispensable para el progreso de un país.
Zapatero, tan fatigado como para descansar más que Mariano Rajoy, no tiende a engarzar en sus análisis las causas con los efectos y, en consecuencia, mantiene en sus cargos a responsables tan irresponsables como nos demuestra, suceso tras suceso, esta incomparable señora que, sin arrepentimiento alguno, es una auténtica magdalena. Es, al mismo tiempo, una evidencia más de la falta de rigor y la escasa exigencia que, en dichos y hechos, define a un Gobierno que sólo puede sostenerse en razón de las adhesiones inquebrantables que, para nuestra desgracia colectiva, quedaron establecidas y constituyen herencia de tiempos que mejor sería no recordar.

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