miércoles, agosto 22, 2007

Ferrand, El gran error de Rajoy

miercoles 22 de agosto de 2007
El gran error de Rajoy

POR M. MARTÍN FERRAND
SI, como acostumbran las publicaciones especializadas en el automóvil, estableciéramos tablas comparativas de las ventajas e inconvenientes de los distintos partidos políticos, el PP se distinguiría por su alto número de «presidenciables». Los socialistas, tras el retiro de Felipe González, andan escasos en líderes de perfil notable, experiencia brillante, y conocimiento y aceptación generalizados. El propio José Luis Rodríguez Zapatero es una prueba de lo que digo y más parece un producto de laboratorio, construido con recortes de otros personajes de mayor valía, que el resultado espontáneo y natural de la selección interna en el PSOE.
Esa abundancia de «presidenciables» que exhibe el PP es uno de sus problemas más hondos. Lo que, objetivamente, constituye su mayor patrimonio se vuelve obstáculo, ya que, como es más frecuente en la derecha que en la izquierda, los líderes tienen biografía propia y otras posibilidades fuera del redil partidista y del ámbito político. Les amarra a su sigla lo que sus hagiógrafos suelen llamar vocación de servicio y entrega a la sociedad y es, sin demérito alguno, la expresión de una ambición concreta y, generalmente, bien fundada y mejor cultivada en cada uno de los pasos de su experiencia.
Ahora cunde el escándalo porque Alberto Ruiz Gallardón, en la cabeza del pelotón de los «presidenciables» populares, reclama un lugar en las listas que pueden convertirle en diputado. Como el alcalde de Madrid sabe lo que quiere, no puede atribuirse esa proclama reivindicativa a un calentón canicular. Menos todavía en un verano de fríos que desbordan las predicciones catastróficas sobre el calentamiento del planeta. Si Gallardón, extemporáneamente, ha vuelto a postularse como acompañante destacado de Rajoy en las listas para las próximas legislativas, sólo cabe media docena de explicaciones concordantes con el estilo del personaje y el carácter del destinatario del mensaje: a) ese lugar ya está cubierto y se trata de prevenir alguna reacción futura; b) alterar los soterrados movimientos que, crecientemente, se observan entre los más veteranos notables del partido; c) llamar la atención para distraernos de otros movimientos en curso; d) evidenciar la pequeñez de la coral de cámara que acompaña al presidente del partido; e) apremiar la toma de decisiones ante un horizonte pleno de nubarrones, y f) ofrecerle a Rajoy el segundo puesto en la lista de Madrid. Todo ello, naturalmente, sin olvidar que Rodrigo Rato, después de incumplir un compromiso internacional de alto rango, dispone su regreso a España.
La ambición de Gallardón va guarnecida con talento y se equivocan quienes interpretan su llamada de atención como una ligereza. Los salones y despachos del PP están desiertos por las vacaciones; pero, en los sótanos del partido, la batalla se encarnece. Es la consecuencia del gran error de Rajoy, confiar en el tiempo como medicina capaz de solucionar problemas.

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