viernes, agosto 17, 2007

Ferrand, Dos gallos desplumados

viernes 17 de agosto de 2007
Dos gallos desplumados

POR M. MARTÍN FERRAND
DADO que cualquier situación, por mala que fuere, siempre es susceptible de empeorar, en Navarra se ha conseguido la auténtica cuadratura del círculo: el deterioro parejo y simultáneo de las dos grandes, y únicas, fuerzas políticas que mantienen en su ideario y en su conducta un mínimo sentido de la Nación española. La toma de posesión de Miguel Sanz como presidente de la Comunidad Foral cierra un largo y estéril debate; pero, como ocurre siempre que hay pelea en el gallinero, los dos gallos protagonistas han salido desplumados. Eso sólo es bueno para los pollos de menor envergadura que, además, ignoran su condición y se suponen águilas imperiales.
Los socialistas se han desgastado mucho en el innecesariamente largo proceso postelectoral navarro y el PSN y sus líderes, fácticamente desautorizados por el alma jacobina que, por principio, parece inseparable de una idea clásica de la izquierda, han hecho el ridículo frente a sus bases y, lo que arrastra más coste, ante quienes les votaron ocasionalmente y por razones tácticas fácilmente comprensibles. Fernando Puras vale menos hoy que antes de que se abrieran las urnas y sus escaramuzas para demostrar que 12 más 12 suman más de 24, que así puede ser en las reglas de la suma que establece nuestro pintoresco sistema electoral, se le han venido abajo por razones que nada tienen que ver con el ámbito de su responsabilidad en el territorio de su representación. Primero son los intereses electorales de José Luis Rodríguez Zapatero y después los de las distintas franquicias del PSOE.
Tampoco el PP, aparentemente victorioso en la contienda navarra, sale airoso y pimpante de la situación. Su marca local -UPN, la más votada- vive los complejos que son propios en las sucursales políticas. Para hacer boca, a modo de tanteo, ya ha sugerido tener un grupo parlamentario propio y diferenciado en el Congreso de los Diputados. Sanz quiere fortalecer su situación precaria con exhibiciones de poder; pero no es eso, en vísperas de unas elecciones legislativas, lo que más le conviene a Mariano Rajoy, el líder que despertó de su larga siesta canicular para acudir, precisamente, al Parlamento navarro y ser testigo del momento de gloria que Zapatero le ha regalado a Sanz para no tener que cargar con el espectro de Nafarroa Bai cuando, a la vuelta de las vacaciones, comience la confrontación electoral en una campaña en la que los dos principales contrincantes se juegan el ser o el no ser.
Aunque nuestras costumbres y tradiciones den por bueno el llegar a tuerto siempre que el vecino se quede ciego, la situación en Navarra, tan inestable y provisional, no es la mejor de las posibles ni para el PP ni para el PSOE. Sanz podrá cacarear contento cada nuevo amanecer; pero, en ese ambiente, serán pocos los huevos que, para bien de sus vecinos, produzca su granja de centro derecha. Pocos y pequeños.

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