domingo, agosto 05, 2007

Fernando Marias, Gustavo Adolfo revisado

Gustavo Adolfo revisitado
06.08.2007 -
FERNANDO MARIAS
La editorial 451 editores ha publicado una colección de 'remakes' de clásicos españoles adaptados por autores contemporáneos: 'Mío Cid', 'El lazarillo de Tormes' y las 'Leyendas' de Bécquer, que conozco bien porque he participado en él junto a, entre otros, Juan Bas, Elia Barceló y Lorenzo Silva, también coordinador del libro. Cada uno ha tomado una de las míticas leyendas y ha hecho su propia versión (o la ha masacrado, según algunos).La experiencia fue enormemente divertida. A mí me tocó 'El monte de las ánimas', y naturalmente hube de releer el cuento en cuestión. Me resultó, como tantas veces ocurre cuando revisamos algún libro o película del pasado, bastante más flojo de lo que recordaba. Los diálogos -como correspondía a la época, todo hay que decirlo- son cursis y el desenlace insuficiente, casi resuelto a brochazos apresurados. Creo que lo más perdurable del Bécquer prosista son sus líneas argumentales, y cierta tendencia a lo que hoy llamaríamos 'gore' que se contradice bastante con su imagen de romántico trasnochado. Teniéndolo todo en cuenta, convertí su leyenda en un 'Regreso al monte de las ánimas' que relata una historia de amor y redención entre zombies posnucleares enfermos de lepra emocional. En fin, nada que no estuviera, creo yo, en los recovecos más turbulentos del propio Gustavo Adolfo.Pero en realidad no quería hablar del libro, sino de la curiosa polémica que se desata infaliblemente cada vez que lo he presentado en público, polémica que detallo aquí por si tiene continuación entre quienes lean esta columna.Mi exposición normalmente suele coincidir con lo escrito más arriba, incluidas mis reservas sobre la calidad como narrador de Bécquer. Pues bien, siempre, a la hora del coloquio, surge alguna voz razonablemente airada que proclama: «¿No se puede decir que Bécquer es mal escritor! ¿Dónde iríamos a parar?», me reprochó una señora bastante airada en la Feria del Libro de Madrid. Su determinación me sorprendió porque considero que la gracia de la literatura está, precisamente, en su esencia de materia subjetiva y opinable.¿A quién ofendo si digo que detesto 'Platero y yo'? ¿O si afirmo que 'El Quijote' no está, ni de lejos, en la lista de mis novelas favoritas? Por lo menos a la señora de la Feria del Libro de Madrid, seguro que sí.

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