jueves, agosto 16, 2007

Fernando Fernandez, Los inversores pueden dimitir

jueves 16 de agosto de 2007
Los inversores pueden dimitir

POR FERNANDO FERNÁNDEZ
Los mercados siguen su ajuste nervioso hacia un escenario de liquidez contenida y financiación más cara. Un ajuste que los bancos centrales no podrán evitar por mucho que se empeñen en suavizarlo inyectando liquidez diariamente. Su actuación está suscitando dudas crecientes, pues bien está que se utilicen mecanismos extraordinarios para evitar la debacle, pero no está tan claro que sea función de la autoridad monetaria evitar que las instituciones financieras más agresivas y los inversores más irresponsables sufran pérdidas considerables. En algún momento hay que dejar actuar al principio schumpeteriano del poder creador del mercado mediante su acción destructiva. La economía de mercado necesita credibilidad y sentido de la igualdad de oportunidades. Si continúa la intervención monetaria, se extenderá peligrosamente la idea de que hay instituciones demasiado importantes para dejarlas caer, y eso no sólo atenta contra la justicia sino que será ineficaz. Porque si al final alguien nos saca siempre las castañas del fuego se genera riesgo moral, es decir el incentivo a ser irresponsable. Y porque genera incertidumbre y paraliza la actuación de los agentes a la espera morbosa de conocer la próxima entidad con problemas.
La crisis de estos días es como un shock del petróleo. En este caso, un shock de primas de riesgo que obliga a cambiar los precios de los activos financieros reconociendo que habíamos infravalorado el riesgo de liquidez y crédito y que habíamos sobrestimado la capacidad de diluir el riesgo mediante su despiece y empaquetamiento sucesivo. Errores que nos han llevado a desconocer la magnitud real del problema, algo así como lo que le ha pasado al presidente de gobierno con su política territorial; que le ha estallado en los servicios públicos mientras él quería hablar de cociudadanía. Los inversores podemos hacer como la ministra de Fomento, escudarnos en el jefe para aguantar el chaparrón y esperar a que escampe, es decir seguir confiando en Trichet y su capacidad para calmar el mercado, o presentar la dimisión. Dimitir significa reconocer el error, recomponer nuestra cartera de activos, salvar lo que podamos y prepararnos para el nuevo escenario.

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