jueves, agosto 23, 2007

Fernando Fernandez, Cambio de clima

jueves 23 de agosto de 2007
Cambio de clima

POR FERNANDO FERNÁNDEZ
Esta semana han tocado chubascos en el Cantábrico. El viento se ha tornado frío y desapacible. Como si el destino quisiera anticipar la «rentrée» porque también el clima económico ha cambiado. Con mucha más certeza científica de la que relaciona la acción del hombre con el presunto calentamiento global, podemos afirmar que «los animal spirits» de Keynes se han instalado en el fin del ciclo. Sólo queda preguntarse cuán brusco será el desenlace, una vez que la complacencia nos ha movido a desaprovechar el largo preaviso que esta vez nos habían regalado los mercados financieros.
Me temo que el aterrizaje español será de los más abruptos. No lo digo para mantener la fama de agorero que, según comentarios de vecinos de playa, me he ganado a pulso. Lo digo sólo porque también el despegue fue espectacular, el vuelo descomunal y escaso el tiempo dedicado al mantenimiento. No solo se han detenido casi completamente las reformas estructurales en esta legislatura; la única de calado, la Ley de Dependencia, está dotada con la sexta parte de presupuesto que la última ocurrencia electoral de Zapatero, el bebé cheque. Sino que se ha instalado un discurso que desprecia el crecimiento económico por injusto, destructivo del medio ambiente y amenazador de las tradiciones locales. Los caciques se han apoderado del Estado de las autonomías y la política económica se ha hecho más ineficaz, más lenta y más cara.
Afortunadamente las empresas españolas han sabido buscar lugares más propicios; bien porque el marco regulatorio es más independiente del Gobierno como el Reino Unido, bien porque la apertura comercial crea nuevas oportunidades de negocio como Europa del Este o el Magreb, o bien porque el crecimiento demográfico permite confiar en un futuro más próspero en América Latina. Pero no pueden sustituir a un Gobierno en campaña electoral que solo será capaz de aprobar los Presupuestos a golpe de irracionalidad, subsidio y clientelismo. Y no es esa, precisamente, la política económica necesaria en tiempos de crisis. ¿Alguien se imagina al presidente convocando un gran pacto por la competitividad sobre un documento previo acordado con el Partido Popular?

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