jueves, agosto 16, 2007

Ensoñacion secesionista en Escocia

jueves 16 de agosto de 2007
Ensoñación secesionista en Escocia
ES imposible discutir la singularidad que muestra Escocia dentro del conjunto del Reino Unido. De hecho es unánime la opinión dentro del país de que ocupa un lugar muy destacado en la historia, las tradiciones y la cultura británica, especialmente desde que en 1707 se produjo la unión definitiva de los reinos de Inglaterra y Escocia. Las reformas constitucionales que hicieron posible la autonomía legal escocesa y la recuperación de su centenario Parlamento en 1997 parecían haber colmado las tradicionales reivindicaciones regionalistas que asumían la mayoría de los escoceses. El debate parecía más o menos cerrado hasta que la victoria electoral cosechada el pasado mes de mayo por el SNP -Partido Nacionalista Escocés- ha introducido una nueva dimensión al debate territorial dentro del Reino Unido. El pasado lunes el ministro principal escocés, el nacionalista Alex Salmond, dio a conocer en Edimburgo un proyecto de reforma constitucional que pretende modificar el Acta de Unión de 1707 tras la convocatoria final de un referéndum de independencia en 2010.
La hoja de ruta independentista de Salmond se contiene en un documento titulado: «Eligiendo el futuro de Escocia». En él se dibuja un proceso de progresiva asunción de competencias que, previamente negociadas con el Gobierno de Londres, iría despojando de atribuciones soberanas al Parlamento británico de Westminster en favor del Parlamento escocés. El objetivo sería claro a pesar de la ambigüedad y la confusión en muchos de sus planteamientos: lograr que Escocia alcance un statu quo semejante al que obtuvo Irlanda en 1920 cuando se constituyó como Estado Libre, esto es, como un Estado separado del británico, pero vinculado a través de la vieja fórmula de un Dominio de la Corona parecido al que todavía rige en territorios de la Commonwealth como Canadá, Australia o Nueva Zelanda.
La iniciativa de Salmond no ha dejado de sorprender, incluso a los propios escoceses que lo respaldan. Y no tanto por el hecho de que se haya producido sino por los términos tan radicales en los que ha sido formulada. El programa electoral del SNP planteaba el compromiso de convocar un referéndum de independencia, pero la debilidad de la mayoría lograda por los nacionalistas y la moderación que hasta ahora venía caracterizando la gestión del ministro principal escocés hacían pensar que el asunto quedaría postergado.
La reacción de la oposición no se ha dejado esperar. De forma unánime, los laboristas, liberaldemócratas y conservadores han manifestado su rechazo total al proyecto, desatando así una batalla política que ha colocado a Salmond ante la presión de tener enfrente a un Parlamento escocés que parece mayoritariamente decidido a torpedear el contenido secesionista de la que ha pasado a ser la propuesta estrella de su gobierno. Que los nacionalistas escoceses tengan la misma deriva secesionista que en el resto de los países europeos donde planea su sombra rupturista no es extraño. Lo que sí sorprende, a la vista del debate territorial desatado en España por Zapatero, es que los socialistas españoles no tengan tan claras las ideas de unidad e igualdad que no han dudado en defender los laboristas escoceses.

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