lunes, agosto 13, 2007

Enseñanza del fuego

Enseñanzas del fuego
13.08.2007 -

Una primavera lluviosa y un verano con temperaturas, en general, más suaves que las de ejercicios precedentes han contribuido este año a retrasar los incendios forestales y a reducir su magnitud. Pero también es cierto que la prometedora tendencia a la baja vino a quebrarse el último fin de semana de julio, con los grandes siniestros de Tenerife y Gran Canaria y el de Cerro Muriano, en Córdoba. Esta circunstancia, unida al aniversario de la oleada de fuegos que devastó 94.000 hectáreas en Galicia entre el 4 y el 14 de agosto de 2006, sitúa a las instituciones y a los ciudadanos ante el grave balance en forma de pérdida de vidas y daños medioambientales, económicos y sentimentales que origina, en un 90% de los casos, la acción intencionada o negligente de la mano del hombre. Los incendios del año pasado en La Coruña y Pontevedra, que costaron la vida a cuatro personas, sonaron como una especie de aldabonazo que obligó a despertar a la Administración gallega -y, siquiera por simpatía política, al Gobierno central- de décadas de dejadez en la tarea de impedir una catástrofe con fecha fija pero en gran medida evitable. La Xunta ha tenido que reforzar sus equipos de prevención, extinción e investigación, con el apoyo de la Unidad Militar de Emergencias. Ahora las palabras claves son profesionalización de los servicios y coordinación estrecha entre todas las instituciones. El Gobierno gallego y los miles de propietarios de montes han percibido asimismo la necesidad de limpiar estas zonas y eliminar así durante el invierno el combustible que alimenta el fuego interminable de todos los veranos. La implicación de la ciudadanía, sobre todo de los habitantes de las zonas rurales, de los que viven de la actividad forestal, resulta también decisiva a la hora de conformar las agrupaciones vecinales de vigilancia, 60 ya en aquella comunidad autónoma. La sensibilización ciudadana debe alcanzar también a la imprescindible colaboración con las autoridades para llevar a los incendiarios ante la Justicia. Resulta desolador que un siniestro comience por una mala práctica en el uso del fuego o por la circulación de un todoterreno en un área forestal. Pero lo absolutamente intolerable es que el autor pertenezca al propio servicio de extinción, como ocurrió en el reciente incendio de Gran Canaria.

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