domingo, agosto 12, 2007

Enrique Serbeto, Ladrillos en la tripa

domingo 12 de agosto de 2007
Ladrillos en la tripa

POR ENRIQUE SERBETO
A los belgas les gusta decir que nacen «con un ladrillo en la tripa» para describir su afición por el mercado inmobiliario. Se refieren, naturalmente a su pasión por comprarse una vivienda. País próspero y boyante, Bélgica es tierra de propietarios, lo que no impide que tengan un muy activo sector público dedicado a la promoción de vivienda social. Y, naturalmente, un superdinámico mercado libre de alquiler que cubre las necesidades de una creciente población flotante vinculada a su condición de capital europea y todo ello sin fluctuaciones ni sobresaltos. ¿Cómo lo hacen? Pues utilizando el sentido común. Lo primero, los ayuntamientos, que tienen unas fuentes de financiación mas reales (es verdad que cuestan más impuestos) y que no dependen de esas varitas mágicas que son las recalificaciones, se tienen que centrar en la labor de usar la vivienda como mecanismo de integración social y de rehabilitación de los barrios deprimidos.
Después, tienen una legislación extremadamente favorable al propietario frente al inquilino. Para un joven becario que busca un rincón para empezar una carrera europea puede ser incluso humillante el grado de desventaja que se encuentra frente al casero, que le puede obligar a aceptar muchas cosas. Pero nadie se extraña en Bélgica de que la ley defienda una inversión como una vivienda, frente a alguien que está de paso y que puede no estar interesado en protegerla. El hecho es que muchísimos belgas compran un piso como inversión, pero precisamente con la intención de ponerlo cuanto antes en el mercado de alquiler, no como una decisión especulativa que ya vemos que hace subir torticeramente el precio porque alimenta doblemente la demanda.
Y, finalmente, las hipotecas a interés variable están protegidas por ley de manera que las variaciones bruscas están excluidas. Los bancos tienen una perspectiva clara de beneficios y los clientes también. La renta fija es otra de las aficiones de los belgas, de manera que por un lado u otro lo que entra por aquí salé por allá y el ladrillo tranquilamente en la tripa. ¿Les suena algo de esto en España?

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