lunes, agosto 20, 2007

Enrique Badia, El clima casi nunca es lo que era

martes 21 de agosto de 2007
El clima casi nunca es lo que era Enrique Badía

Si los expertos no se ponen de acuerdo y los pronósticos fallan estrepitosamente a nadie puede extrañar que el ciudadano tenga más dudas que certezas sobre la cuestión del cambio climático, por lo general explicitada en el calentamiento que estaría sufriendo el planeta, causado por el irresponsable comportamiento de someter el medio ambiente a una constante degradación.
Los últimos días, cualquier espectador de televisión ha podido contemplar nuevas inserciones de la persistente campaña lanzada por el Ministerio de Sanidad y Consumo del Gobierno de España — ¿a quién se deberá la ocurrencia?— para, en su habitual estilo, entre aconsejar y amedrentar al personal ante la ola de calor que estaba a punto de llegar. Se ve que nadie ha pensado ahorrar al menos una parte del dispendio presupuestario, en vista de cuáles están siendo las temperaturas y el ambiente meteorológico dominantes en la Península y las islas desde que comenzó agosto y lo que se prevé para las semanas que restan de estación estival, propicios para cualquier cosa menos para adoptar medidas excepcionales para combatir el calor. Resulta notorio que, en unas zonas más que en otras, este verano que aún no culmina está siendo poco o nada caluroso en comparación con los más recientes que se puedan recordar. Una realidad que para los provistos de sana curiosidad o fresca memoria fresca contrasta, mejor contradice lo que los presumidos expertos no pararon de anunciar meses atrás. Basta acudir a las hemerotecas, ahora de consulta más asequible gracias a Internet, para encontrar vaticinios de que éste iba a ser uno de los veranos más calurosos de los últimos años, con algún que otro razonamiento adherido que lo catalogaba como claro síntoma del calentamiento global.
Como es obvio no ha ocurrido, pero más de un apóstol del desastre climático persiste en su empeño y nos refiere los calores que se han registrado en Rusia o atribuyen el anticipo de las tormentas mediterráneas, habituales en las primeras semanas de septiembre, al desorden climatológico que el ser humano está provocando. Cualquier cosa con tal de demostrar que se ha equivocado el clima, no ellos… que siempre tienen razón.
Sin duda, existen evidencias científicas de que algo está pasando en el clima del único planeta que por ahora los humanos podemos habitar. Como las hay de que no es la primera vez que se producen mutaciones. Pero ni siquiera harían falta para que tomásemos conciencia, individual y colectiva, de que no debemos ni podemos seguir enguarrando el aire que respiramos, las aguas que bebemos ni todo cuanto constituye nuestro entorno natural. Citando un ejemplo burdo, no es probable que echar papeles por la calle altere los equilibrios bioclimáticos, pero es una reprobable falta de urbanidad.
No hace falta ser ningún experto para saber que el clima es cambiante desde siempre. Sólo es preciso recurrir a la memoria, los que tienen edad suficiente, o escuchar relatos y recabar experiencias de quienes llevan más tiempo en este mundo mundial. Sin ir más allá del verano, los ha habido buenos, malos, regulares e incluso alguno similar al actual. Quiere decir que ni lo de este año es novedoso ni si hubiera llegado el anunciado calor extremo hubiese sido la primera vez.
Si como parece existen indicios científicos y razonables de riesgo de desastre climático a medio plazo, ayudan poco, más bien perjudican, tantos pronunciamientos y vaticinios que se prueban del todo carentes de fundamento en cuanto los desmiente la realidad. Sobran tanto aficionado al diagnóstico catastrofista y tanto político oportunista apuntado al carro de la frase redonda sin conocimiento debido para pronunciarla. Porque la mejor forma de no resolver un problema es no saber en qué consiste: da lo mismo que sea por infravalorarlo y pensar que no llegará nunca, que por amplificarlo y empeñarse en anunciar que ya está aquí. Es como el cuento del lobo: de tanto anunciar que estaba en la puerta cuando seguía estando lejos, al final se presentó y nadie creyó que fuese un lobo de verdad.
ebadia@hotmail.com

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