miércoles, agosto 29, 2007

El Gobierno amaga contra ANV

miercoles 29 de agosto de 2007
El Gobierno amaga contra ANV
EL atentado de ETA en Durango ha movido por fin al Gobierno y a la Fiscalía General a reabrir el debate sobre la vinculación entre Acción Nacionalista Vasca y Batasuna y, por ende, sobre su sumisión a los fines y objetivos de la banda terrorista. En los últimos días, y a la vista de que ANV se ha negado a condenar ese atentado, relevantes miembros del Gobierno han coordinado sus mensajes para lanzar a ese partido, de forma más explícita que velada, una doble advertencia: primero, que se puede abonar el terreno para instar su ilegalización al Tribunal Supremo por medio de las correspondientes demandas al amparo de la ley de Partidos; y, segundo, que queda activada la vía penal a través de la Fiscalía de la Audiencia Nacional para determinar si existen indicios de lo que es una evidencia en el ánimo de muchos millones de ciudadanos, que ANV es una formación manejada por el complejo terrorista ETA y que, en efecto, ahora -como antes- hay elementos suficientes para justificar la suspensión judicial de sus actividades, como ya ocurrió con Batasuna en 2002.
Bienvenido sea este mensaje de aparente firmeza del Gobierno, que debe plasmarse cuanto antes en las «consecuencias jurídicas» auguradas por el ministro del Interior para el futuro de ANV. Bienvenido sea pese a que la reacción del Gobierno ha resultado tardía y con ANV cómoda e irreversiblemente instalada en muchos ayuntamientos. Lo malo es que, una vez más, la reacción del Gobierno parece condicionada a intereses exclusivamente «políticos» y no a motivaciones jurídico-técnicas basadas en el cumplimiento estricto de la ley. Sólo cuando José Luis Rodríguez Zapatero ha constatado -ahora sí- el retorno de ETA al coche-bomba (no así a otras facetas de su actividad terrorista, como su rearme o la extorsión, porque jamás las abandonó ni tuvo intención de hacerlo) y sólo cuando ha asumido que los efectos de su errática política antiterrorista y de su ingenuo «proceso» pueden resultar demoledores para los intereses electorales del PSOE, ha decidido cambiar de rumbo, al menos en apariencia.
Como primera providencia, y si su propósito es recuperar la credibilidad perdida, el Gobierno tiene ahora la obligación moral de demostrar a la opinión pública que la ofensiva que hoy bosqueja contra los herederos de Batasuna no es un farol estratégico con fines electoralistas, ni un amago inofensivo para no golpear a la hora de la verdad. Zapatero debe dar un paso adelante y demostrar que las advertencias tampoco son un espejismo basado en simples gestos con el único objetivo de lavar su imagen por los errores cometidos. Hace ya tiempo que Zapatero debió haber aprendido la lección de que ante ETA son inútiles el tacticismo de corto plazo, los movimientos reactivos y oportunistas, la complacencia, las cesiones y la falta de firmeza, la utilización caprichosa de la ley, el desdén hacia las instituciones y, sobre todo, el desprecio a las víctimas. Ahora, aunque sea de manera retardada, Zapatero tiene una ocasión perfecta para admitir que se equivocó.
Pero aun en la hipótesis de que el debate sobre la suspensión o la ilegalización de ANV no haya sido reabierto en falso por el Ejecutivo -lo que se verá durante las próximas semanas-, Zapatero seguiría en deuda con la sociedad. Aún tiene muchas explicaciones que dar sobre los argumentos de peso jurídico que ahora enarbola y que antes arrinconó de manera irresponsable, cuando el diálogo con ETA era prioritario sobre la aplicación rigurosa de la ley, o sobre la lealtad con la oposición. También debe explicar la contradicción en que incurren quienes hoy parecen intuir con nitidez el fondo real de ANV y ayer, en cambio, justificaban la imposibilidad jurídica de actuar contra todas y cada una de las listas ese partido. O explicar cómo es posible que el Gobierno llegara incluso a nutrir de argumentos victimistas a los proetarras, como lo fue la torpe equiparación de la ley de Partidos a un «guantánamo» electoral. Y desde luego, cabe preguntarse qué explicación merecen las víctimas del terrorismo, o el Partido Popular, que durante tres años han sido acusados de utilizar espuriamente el terrorismo como arma arrojadiza para hacer oposición «desde las vísceras», cuando resulta que ahora el PSOE alcanza la misma conclusión que ellos. Para saciar sus «ansias infinitas de paz», Zapatero inició el más errado de los caminos. Los españoles pagarían muy caro que ahora se equivocara de nuevo.

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