jueves, agosto 30, 2007

Edurne Uriarte, Una izquieda nacional

jueves 30 de agosto de 2007
Una izquierda nacional

POR EDURNE URIARTE
Sin Zapatero al frente del PSOE y, sobre todo, del Gobierno, ni Ciutadans ni el nuevo partido de Basta Ya habrían nacido. Ambos son el producto de la frustración de un sector cívico e intelectual de la izquierda cansado de esperar la maduración de una izquierda nacional, desvinculada del antifranquismo y de su dependencia de los nacionalismos. Y que se ha encontrado con una reorientación de la izquierda justamente en la dirección contraria. Con pactos con el nacionalismo más radical, con el vaciamiento nacionalista del Estado e, incluso, con los coqueteos con ETA.
Pero el partido de Basta Ya tiene más posibilidades de asentarse en la política nacional que Ciutadans. No sólo porque va a tener a una líder fuerte y carismática como Rosa Díez a la cabeza frente a un amateur como Rivera. También, porque los primeros pasos de este nuevo partido parecen indicar que su definición ideológica y de espacio electoral va a estar más delimitada y madurada que la de Ciutadans. El problema de Ciutadans es que se presenta como una plataforma crítica de los nacionalismos sin ubicación clara en el espacio izquierda-derecha. Es decir, sin armazón suficiente para trascender ese único objetivo.
El nuevo partido, menos indeciso sobre su emplazamiento en la izquierda y con vocación de implantación en todo el territorio nacional, tiene un espacio en la alternativa a la izquierda filonacionalista desde la propia izquierda. A diferencia de los países de nuestro entorno, en España no hay una izquierda nacional. Y algunos de los líderes que, como Bono, creyeron en ella, se plegaron hace tiempo a Zapatero.
La tentación, que también asoma en los primeros pasos de este partido, de buscar algunos votos en la derecha, es un error que difuminaría ese espacio. La derecha ya hace ese discurso nacional y de fortalecimiento del Estado que ahora también asumirá el nuevo partido. El PSOE la ha estigmatizado precisamente por eso. El problema nacional de la España democrática, sufrido especialmente por los ciudadanos de las dos comunidades en las que surgen los nuevos partidos, no está en la derecha. Ahora está en la izquierda.

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