jueves, agosto 16, 2007

Edurne Uriarte, Los trenes no hablan catalan

jueves 16 de agosto de 2007
Los trenes no hablan catalán

POR EDURNE URIARTE
Los trenes hablan el lenguaje de la técnica y del progreso. Si es catalán, catalán. Y si no, se adaptan. Como los individuos y las naciones que avanzan. Pero la mayoría de los políticos catalanes se ha empeñado en que sus trenes hablen catalán. Y sus redes eléctricas, y sus industrias, y sus carreteras, y sus aeropuertos. Si, además, funcionan, mejor que mejor, pero eso es secundario. Y luego nos preguntamos qué pasa en Cataluña.
Cuando Manuel Pizarro compareció el lunes pasado en el Parlamento catalán, todos los grupos, excepto el PP y Ciutadans, se dirigieron a él en catalán. El pequeño detalle de que Pizarro no sepa catalán les daba exactamente igual. Pizarro fue a hablar de las responsabilidades de Endesa en el apagón. Ellos, a hablar en catalán. Que el apagón se las apañe solo, si no habla catalán. Y hasta los propios catalanes, cuando no hayan hecho sus tareas identitarias como les corresponde.
El mismo día en que los parlamentarios catalanes se incomunicaban con el presidente de una empresa que tiene entre sus clientes a los catalanes, Pascual Maragall y Germà Bel escribían en «La Vanguardia» que un factor principal para el progreso de las ciudades y sus territorios de influencia es la conexión con el resto del mundo. No se referían a la comunicación, como pudiera parecer, sino a la reivindicación de la gestión de El Prat. Para darle identidad catalana, supongo, que es lo que hacía el PSC con el apagón.
Investigar los efectos del aislamiento lingüístico es una de las mayores incorrecciones políticas en nuestro país. Luego, no se hace. Sólo tenemos datos secundarios: por ejemplo, que según la propia Consejería de Educación vasca, un 33% de los niños que estudian en el modelo D (todo en euskera) y un 61% de los que lo hacen en el B (bilingüe) no entienden lo que se les explica en euskera. Y algunas hipótesis, por ejemplo, que los efectos serían bastante menores en el País Vasco porque, fuera de las aulas, la lengua de comunicación es el español. Por una cuestión práctica, la extremada dificultad del euskera. Resultado, sólo en Cataluña siguen empeñados en que los trenes hablen catalán.

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