jueves, agosto 23, 2007

Edurne Uriarte, Libertad para matarse

jueves 23 de agosto de 2007
Libertad para matarse

POR EDURNE URIARTE
No es preciso que el ministro de Interior se esfuerce demasiado en defender el carné por puntos. A pesar de sus limitados efectos, no hay teoría consistente alguna ni, sobre todo, datos que demuestren la existencia de medida alguna diferente al aumento de la represión capaz de combatir los accidentes de tráfico.
Lo que ocurre es que en este recurrente debate casi todo es falso. Hasta la comparecencia del ministro o del director general de tráfico de turno que se limitan a repetir una liturgia de lugares comunes que no abordan el fondo del problema. Que la represión es insuficiente y que la inmensa mayoría de los ciudadanos no están dispuestos a asumir su aumento. Hasta el grado en que pudiera ser realmente eficaz para disminuir drásticamente las muertes. Con una reducción radical del límite de velocidad, por debajo de 120, y, sobre todo, con una prohibición de fabricar artilugios peligrosos que sean capaces de superar esa velocidad.
Pero esa inmensa mayoría de ciudadanos que se opondrían apasionadamente a semejante posibilidad prefiere, preferimos, la libertad para el riesgo. Incluido el de muerte. Y el placer de la tecnología, aunque pueda ser mortal. Y asumimos las terribles cifras de muertos de cada año, calificadas como terrorismo de tráfico por algunas víctimas de conductores temerarios por causar muchas más muertes que el terrorismo.
Los accidentes de tráfico no necesitan un solo análisis más. Los datos, repetidos a lo largo de todo el mundo, son contundentes e inapelables. En la inmensa mayoría de los casos, el responsable es el conductor. Y la velocidad es un factor tan relevante que su rigurosa limitación eliminaría una buena parte de los muertos.
Es cierto que las medidas más duras quebrarían injustamente la libertad de los conductores responsables. Pero no parece que sea ése el problema que impida abordar el núcleo de la cuestión y que nos lleve año tras año a superfluas consideraciones sobre lo culpables que son las carreteras de que no fuéramos capaces de frenar a tiempo cuando íbamos a 150. Los ministros hacen como que resuelven un problema que no sabemos si queremos resolver.

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