miércoles, agosto 01, 2007

Edurne Uriarte, Euforia sin causa

jueves 2 de agosto de 2007
Euforia sin causa
POR EDURNE URIARTE
Los estados de ánimo instalados en el PSOE y el PP tras el debate sobre el estado de la Nación muestran que los altibajos psicológicos de los partidos son tan caprichosos como los individuales. Ni hay motivos para la euforia, oficial, de los socialistas, ni para la depresión, oficiosa, de los populares.
Lo que hay es una reacción a las expectativas frustradas por parte del PP y a los temores incumplidos por parte del PSOE. Los relativos a la ruptura de la tregua de ETA y, sobre todo, al conocimiento de lo negociado por el Gobierno. El PP esperaba una reacción airada de la opinión pública. Y el PSOE, también. Y para sorpresa de unos y de otros, resulta que no se ha producido. Aún.
Lo que hay es una opinión pública inquieta y expectante que le puede pasar la cuenta del fiasco en cualquier momento a Zapatero. Y que lo hará porque ni los fracasos ni las mentiras salen gratis en política. Mientras tanto, el PSOE sostiene su euforia y el PP su desánimo en una diferencia de intención de voto y en unas valoraciones, como las del último Barómetro del CIS, que sólo justifican la incertidumbre. De ambos.
La estimación de 3.5 puntos favorables al PSOE es un ejercicio en el que, según algunos expertos, hay cierta largueza a favor del PSOE. Aplicando otras técnicas de corrección, tan legítimas como la del CIS, podría estimarse incluso una ligera diferencia a favor del PP. Y en cuanto a las valoraciones, grado de confianza en el Gobierno y en la oposición y valoración de líderes, entre otras, son insuficientes para una victoria del PP. Pero tampoco son suficientes para una victoria del PSOE.
Al PP le faltan apoyos. Y al PSOE lo sostienen apoyos que no le van a votar. Zapatero salva su propia valoración y mantiene diferencias con el PP gracias a los votantes nacionalistas y de IU. Que muestran tanto entusiasmo por él y tanto desprecio comparativo por Rajoy que hasta podrían tocar su fibra sensible si no fuera por el pequeño detalle de que ninguno de ellos le votará. La elección entre PSOE y PP se juega en otro terreno, en el nacional, y en ése el fervor gubernamental de Llamazares o de Carod cuenta más bien poco.

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